Con tan solo siete años, Murtaza alcanzó la fama mundial en el año 2016, cuando una fotografía suya se hizo viral. En ella, aparecía vestido con una bolsa de plástico, de franjas azules y blancas y con el dorsal de Messi pintado con rotulador en la espalda. La imagen llegó al futbolista, al cual conoció en Catar ese mismo año.
No obstante, la vida del pequeño ha cambiado radicalmente en las últimas semanas. Murtaza residía junto a su familia en el distrito de Jaghori de la provincia sureña de Ghazni. Un área segura y pacífica hasta principios de noviembre, cuando los talibanes irrumpieron en la región y forzaron a más de dos tercios de la población a huir del lugar.
El pequeño tuvo que dejar atrás su vivienda, pero también todo lo que había en ella, incluidas las dos camisetas y el balón de fútbol firmados por el astro argentino. Ahora el pequeño vive junto a sus padres y sus cuatro hermanos en una habitación en una de las colinas en el oeste de la capital, tras haber recalado un tiempo en la provincia vecina de Barmyan.
“Extraño nuestra casa en Jaghori, no tengo una pelota aquí y no puedo jugar al fútbol o salir. Salimos de la casa durante la noche y mamá me pidió que dejara la pelota y las camisetas”, ha afirmado el pequeño a una agencia local.
A esto hay que añadir las continuas amenazas que la familia ha recibido después de que el pequeño alcanzara fama mundial. Esto llevó a que decidieran exiliar a Pakistán en mayo de 2016, con la esperanza puesta en alcanzar los Estados Unidos. Sin embargo, la petición fue rechazada. Ahora, de vuelta a Afganistán, el pequeño intenta sobrevivir en un lugar hostil y sin poder hacer lo que más le gusta: jugar al fútbol.