Son pocos los locales que quedan abiertos o ciudadanos chinos que quieran hablar. Ellos consideran insuficientes las medidas de las autoridades españolas o intuyen que en cualquier momento les pueden cerrar sus negocios.
Algunos valencianos les entienden, comparten su preocupación e incluso les creen más informados. Y es que ver un local cerrado tiene un efecto sorprendente, pero más si lo regentan ciudadanos chinos.
La ciudad prácticamente duplica su población en las celebraciones de las Fallas, y están en juego, según algunos cálculos, 500 millones de euros.