El negociador de la guardería de droga nunca había visto llorar a unos narcos
Los narcos atrincherados en su guardería, con 3.800 kilos de hachís en sus pies, estaban mudos después de haber recibido a la policía con armas largas y cortas. Tras el estruendo de los tiros… el negociador comenzó a hablar y hablar, sin móvil, ni walki. El inspector de policía Joaquín Llanos hablaba sólo, con la técnica del disco rayado, con voz amable, no con autoridad policial llegó a perder la noción del tiempo. Se trataba de dar confianza a los delincuentes. Tras una hora y media se les oyó. El primer intercambio de voces apenas se escuchaba, el inspector les pidió que abrieran la ventana. Necesitaba situarles en la casa para garantizar su seguridad y la de todo el dispositivo policial. Los narcos no se fiaban de los policías, a los que habían tiroteado dos veces. Intentaban un pacto de hombres y llegaron a pedirle su palabra de hombre. El inspector les contestó con la misma petición y pidió que enseñara la mano. Los policías no se fiaban de los narcos, y protegían al negociador con las armas cargadas, alguno encañonó en ese instante. Se escuchaba al negociador: “Tranquilos, tranquilos”, y al narco jefe empezar a disculparse. “Creímos que erais ladrones, que veníais a por la droga”. Los agentes sabían que no era verdad, en el primer tiroteo quizá, en el segundo los narcos fueron a por ellos. Con su hablar calmado y su tono conciliador, el inspector se los llevó a su terreno....los convenció...uno a uno salían...llorando y con respeto...hablando de usted a los policías. Lo nunca visto en sus 20 años de carrera como negociador.