De Algeciras a Vilanova de Arousa, las dos caras del narcotráfico en el Día Sin Drogas
Algeciras clama para recuperar la región de la que se han adueñado las mafias del narcotráfico. Una “ciudad sin ley” en palabras de una juez que llegó a decir que el sur del sur se ha convertido en el Nápoles de la era Falcone o la “Cosa nostra”. Lo dijo así la magistrada cuando envió a la cárcel a los agresores de los guardias civiles del GAR que intentaron entrar en un local playero donde se celebraba una comunión de hijos de presuntos narcotraficantes. Se preguntaba de qué más serían capaces los narcos si se habían atrevido con agentes especializados en la lucha antiterrorista, comisionados en el Campo de Gibraltar para acabar con el narcotráfico que campa a sus anchas. No había que imaginárselo porque los policías y guardias allí destinados conviven con esa lacra y sufren sus consecuencias día a día.
La lucha es complicada porque ahora mismo la droga da trabajo a 600 familias. 3000 personas en nómina de las 30 bandas que operan en la zona. En Algeciras parece más productivo delinquir que estudiar, y lleva pareciéndolo décadas. Quizá ha habido demasiado silencio pero ya se han hartado y todavía están a tiempo. La primera manifestación multitudinaria de este año se produjo tras el fatal atropello de un pequeño; al volante un acólito del narcotráfico. La misma magistrada daba un tirón de orejas a los Ejecutivos, nacional y andaluz, que “han abandonado” a la gente y sobre todo a los jóvenes. No necesitan solo lucha policial, quieren y piden lucha social. Complicado panorama cuando tienen a 14 kilómetros Marruecos, el mayor productor del hachís del mundo. Este año en el Estrecho se han incautado de 75.000 kilos de hachís; en 4 meses ya llevaban los mismo que en todo 2016. Y empieza a entrar la cocaína. Peligro.
El mismo proceso que se vivió en Galicia en los 80 y 90; contrabando de tabaco primero, hachís después, y tratos con carteles colombianos que propiciaron la entrada de toneladas de cocaína. Unos años con muchos jóvenes muertos y una lucha feroz de las “madres de la droga” para echar a los narcos y a toda una forma de vivir que se había adueñado del corazón de algunos gallegos. Costó meterles en la cárcel en una lucha sin cuartel de jueces y policías contra las familias. Y todavía perduran las consecuencias del veneno, la ‘fariña’. Por eso hoy en Vilanova de Arousa han soltado los globos blancos, porque no quieren las drogas ni la fastuosidad del mundo de las droga. Porque destroza vidas.