Sangre, dinero y armas. En la furgoneta que arrojó ayer por la tarde tres cuerpos humanos en la cuneta de la autovía que une Chipiona y Jerez, estaban esas tres cosas. Faltaba el cuarto jinete, la droga, que está en el origen de todo. En el origen de una violencia que no es nueva en la zona, pero que ha sorprendido por su magnitud -un fallecido y dos heridos graves-, y por su osadía -ninguna precaución a la hora de deshacerse de las víctimas-. Una escena que recuerda a la violencia de los carteles mexicanos, en plena provincia de Cádiz.
“Sorprenderse, ya se sorprende uno de bien poco”, dice Manuel Ramírez, portavoz de Guardia Civil en Cádiz. “Lo que sí es cierto es que es una escena que se sale de lo habitual, debido a la manera que tuvo de deshacerse de los cuerpos, independientemente de que uno estuviera muerto y los otros dos heridos. Es una escena inusual, por lo menos en esta parte de la provincia de Cádiz”.
Pero la violencia, no siempre tan visible, circula por las carreteras que rodean una de las vías de entrada de la droga en la provincia, el río Guadalquivir. En septiembre del año pasado la Guardia Civil intercepta un vehículo en el que viaja un joven de Sanlúcar secuestrado y torturado. “Es en la misma zona y es durante la operación Cuatro y Medio. Un joven en la carretera del Práctico, la que va paralela al Guadalquivir, al que amputan dos falanges de una mano”.
Vuelcos de droga (como se denominan los robos entre bandas), deudas por droga o chivatazos, forman la trilogía de los ajustes de cuentas en el río. “Este tipo de hechos aquí, en esta parte de la provincia de Cádiz, normalmente suele producirse entre organizaciones rivales, entre gente dedicada al narcotráfico, nunca se ha dirigido contra las Fuerzas de Seguridad, ni contra la ciudadanía en general”, afirma Manuel Ramírez. “Las organizaciones que normalmente se dedican al narcotráfico, para lo que es el narcotráfico en sí, no suelen utilizar armas. No se encuentran armas en las operaciones que realizamos directamente contra el narcotráfico. Lo que sí es cierto es que en las 'guarderías', en los lugares donde se custodia la droga hasta que se saca de la zona, sí es habitual encontrar armas”.
También poseen armas los implicados en ajustes de cuentas, como el que se supone se produjo este domingo por la tarde. “Cuando hay un ajuste de cuentas, cuando se pasan 'facturas' por hechos ocurridos con anterioridad, las organizaciones suelen recurrir a gente venida de fuera. Suele ser gente que se traslada a la zona única y exclusivamente a ajustar cuentas para poner fin a un determinado hecho, para recuperar droga o para cobrarle a una organización rival lo que ellos consideren que se les debe”. Lo cuenta Manuel Ramírez, mientras repasa en su ordenador las últimas muertes producidas en la zona en un ajuste cuentas.
2015, operación Tobera: un joven secuestrado y asesinado en Medina Sidonia por una banda rival para obtener información sobre el paradero de 120 kilogramos de droga robados. “Pretendían que esa persona respondiera por la pérdida de unos fardos de hachís”, recuerda. 2014, Chiclana de la Frontera, operación Periplo: un joven secuestrado, torturado, y finalmente ejecutado, en busca de una importante cantidad de dinero de la droga. “Una vez que terminan con su vida se deshacen del cuerpo cerca de su lugar de residencia”, repasa el portavoz de la Guardia Civil de Cádiz.
Por medio, un reguero de violencia en forma de secuestros y torturas que engrosa los archivos policiales y judiciales. Operación tras operación hasta llegar a lo sucedido este domingo. Usual, por el ajuste de cuentas; inusual, por el número de víctimas y la forma en que los sicarios intentaron deshacerse de las mismas. Sangre, armas, dinero y droga. La violencia generada por el narcotráfico ronda el río.