Con motivo del éxito e interés que desató el pasado dos de julio el eclipse solar que tenía previsto originarse en Chile, una ciudadana nativa ha advertido de las consecuencias del impacto lumínico al haberse quemado ambas retinas oculares, y la necesidad de "extremar las precauciones" y utilizar "gafas especializadas" para evitarlo.
El fenómeno astronómico, que podía ser contemplado desde lugares del país sudamericano como las regiones de Atacama y Coquimbo, captó la atención tanto de sus residentes como de aficionados de diversas partes del mundo que vinieron a apreciarlo a pesar de ser advertidos de que se trata de una zona de peligro al "mirar directamente al sol".
Un hecho que provocó que Daniela Ponce recordase su propio caso, un daño ocular que puede llegar a convertirse en una afección irreversible por el efecto de la radiación ultravioleta e infrarroja en el órgano ocular tras haber contemplado sin protección un eclipse solar en el año en 2010 en Quilpué (Chile).
A raíz de esta afección, la víctima dedicó un espacio en las redes como iniciativa personal para concienciar sobre la acción que le "cambió la vida" al haberse calcinado los fotorreceptores de la retina del ojo izquierdo y del ojo derecho, razón por la cual tuvo que empezar a usar gafas ininterrumpidamente.
Daniela asegura que el rayo emitido por la luz solar derivada del fenómeno astronómico "quedó tatuado en sus ojos" de por vida, y que este además generó "mucho dolor y estrés postraumático" posteriormente, reconociendo que también afecto al ámbito académico donde se vio obligada a "cambiar de carrera universitaria".
Por su lado, la Sociedad Chilena de Oftalmología ha insistido en desestimar métodos para observar un eclipse solar tales como placas de radiografías, cámaras fotográficas, dispositivos móviles, binoculares o telescopios sin filtro especializado, gafas de sol no viables, o materiales como el vidrio ahumado.