Germana de Almeida, de 66 años, creyó que su hija, Rosangela Almeida dos Santos, había muerto tras sufrir dos paros cardiacos que desencadenaron un shock séptico. De hecho, los médicos del Hospital do Oeste, en Barreiras, Brasil, certificaron la muerte de la mujer.
Pero once días después de que se celebrara su funeral, los restos de Rosangela fueron exhumados por la familia tras las alertas de varios testigos, quienes reportaban haber oído gritos cerca de la tumba de la mujer.
Los signos en el interior del ataúd apuntan a la veracidad de estas alertas: uñas clavadas, manos heridas, arañazos en manos y frente y restos de sangre. "Incluso las uñas que habían sido clavadas estaban sueltas. Sus manos estaban heridas, como si hubiera estado tratando de salir”, explica su madre a G1.
Según aseguraron los familiares de Rosangela al medio, al abrir el ataúd el cadáver aún estaba tibio, lo que reafirma aún más la teoría de que estuvo viva varios días antes de morir, exactamente durante once días.
A pesar de la gravedad que supondría la confirmación de esta tragedia, la familia de Rosangela podría enfrentarse a una pena de hasta tres años de prisión al caer en un delito, establecido en el artículo 210 del Código Penal, por al haber exhumado la urna de la mujer sin ningún permiso.