Podemos definirlo como “la muerte súbita de un menor de menos de un año de edad que ocurre aparentemente durante el sueño y que permanece sin explicación después de una minuciosa investigación post mortem, que incluye la práctica de una autopsia, hacer un examen del lugar de fallecimiento y hacer una revisión de la historia clínica”, explica la doctora Isabel Izquierdo, miembro del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Por tanto, se trata de “un niño sano que de repente se muere”, añade la doctora Izquierdo.
El punto central en estos casos es que “no se ha encontrado ninguna causa que justifique el fallecimiento”, apunta la doctora Isabel Romero, Coordinadora de Pediatría de HM Hospitales
La doctora Izquierdo subraya la diferencia con la muerte súbita de bebés o niños de menos de un año, “sin causa evidente, previa a una investigación médica legal”. En estos casos no estaríamos ante casos de Síndrome de Muerte Súbita del Lactante.
La principal diferencia, según Isabel Romero, es que en SMSL “se hace un diagnóstico de exclusión”. En cambio, “todo aquello por lo que se encuentra una causa, por definición, no es una muerte súbita del lactante. Es una muerte súbita, repentina, inesperada pero no se puede catalogar como síndrome de muerte súbita del lactante”.
¿A quiénes afecta?
El síndrome de muerte súbita infantil puede afectar a los niños menores de un año, un período crítico del desarrollo. “La literatura y la experiencia dicen que es más frecuente en los primeros seis meses de edad, y dentro de esos seis meses, el pico de incidencia está entre los 2 y los 4 meses. A partir de los 6 meses es muy raro”, informa la doctora Izquierdo.
Según la doctora Romero, “a partir de esa edad el niño tiene más autonomía, las funciones neurológicas están más desarrolladas, se puede mover, el centro respiratorio es más maduro... Generalmente la edad de riesgo disminuye a partir de los 6 meses”.
Incidencia
La doctora Izquierdo, del Comité de Promoción de la Asociación de Pediatría, da los datos: en España estamos entre un 0,3 y un 0,5 por mil de incidencia, en la media de nuestro entorno. Los países donde menos se da son Japón y los Países Bajos. Las tasas más altas se dan en Nueva Zelanda y también en Sudamérica, donde rondan entre el 0,8 y el 1 por mil.
La incidencia ha bajado mucho a nivel mundial y en España a partir de los años 90. “La forma de prevenir la muerte súbita han sido gracias a las campañas y las publicaciones que se han realizado desde 1992, 1995, gracias a los estudios epidemiológicos. Antes del 95 hablábamos de una incidencia de alrededor de un 2 por mil. Después, gracias a las campañas, estamos a 0,5 por mil. Ha bajado mucho”, aclara.
La doctora Romero advierte de la importancia de diagnosticar bien estos fallecimientos para que la estadística sea fiable: “Un factor importantísimo es que no siempre se efectúa todo lo que determina la muerte por el síndrome: la exploración, la historia... A veces no se llega a hacer la necropsia, porque los padres no lo autorizan, o no se da la investigación judicial del lugar donde han ocurrido los accidentes”.
¿Por qué se produce?
Según el doctor Fernando García-Sala Viguer, pediatra de Atención Primaria de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), “existen muchas teorías sobre las causas del síndrome de muerte súbita infantil pero ninguna explicaría por sí sola la aparición de este síndrome en los lactantes. Al ser un episodio inesperado, sin patología previa que lo justifique o que nos ponga en alerta, la asistencia médica siempre llega tarde”. La doctora Izquierdo coincide en que existen muchas teorías por las que se producen:”Cuando hay muchas teorías es porque las causas no están claras”.
Ambos doctores apuntan la hipótesis del “triple riesgo” que indica que son tres los factores que coinciden o se superponen en una muerte súbita del lactante. El doctor García-Sala los desglosa de esta manera:
¿Cuáles son los factores de riesgo?
El mayor factor de riesgo es la postura para dormir: “Si duermen boca abajo, tienen mayor predisposición. Por eso los niños cuando nacen tienen que dormir todos boca arriba. La mayoría de los niños fallecidos por muerte súbita estaban boca abajo”, explica la doctora del Comité de Promoción de la Salud de la AEP.
La pediatra Isabel Romero coincide: “El factor más determinante es la postura para dormir. La más importante es que duerman boca arriba, nunca boca abajo, medida con la que se ha reducido a la mitad este tipo de muertes. No significa que, a lo largo del día, cuando el niño está despierto o jugando no pueda ponerse boca abajo. Es bueno que se ponga boca abajo porque tiene que fortalecer la musculatura cervical. Pero para dormir, la postura recomendada es boca arriba”, insiste.
Además, indica que estas muertes súbitas “se ha visto que se producen más en niños varones, en embarazos no controlados, en población de riesgo, de madre fumadora, bebés con lactancia artificial...”
El doctor García-Sala enumera los factores de riesgo de esta forma:
El colecho
Un factor de riesgo especial es el colecho, apuntado por los tres pediatras. Aunque es una costumbre que favorece la lactancia, es peligroso en bebés de menos de seis meses.
La doctora Romero señala que “el colecho favorece la lactancia materna (si la cunita está más lejos, te tienes que levantar, ir a por él...Da más pereza y eso hace, a lo mejor, que la lactancia materna sea más difícil), pero en determinadas circunstancias puede aumentar el riesgo de muerte súbita del lactante si la superficie no es dura, si los padres están cansados, si la madre fuma… Son muchos otros factores los que influyen”. Por eso recomienda “esas cunitas que van a la misma altura, que son como un sidecar, cunas de colecho para evitar el colecho en la misma cama”.
La doctora Izquierdo sostiene que se debe “evitar el colecho durante los primeros seis meses de vida” y recomienda compartir la “habitación con sus papás, pero no la cama”. El peligro del colecho es que “los papás pueden dormirse y pueden producirles una situación de asfixia” sobre todo si los adultos “toman medicación, sedantes, ansiolíticos” o si “el nivel de consciencia de los padres no es el adecuado (si toman drogas, alcohol, si están muy cansados…)”. Y subraya que “nunca debe hacerse colecho en un sofá, eso sí que es peligroso” ya que el bebé “se puede caer”.
¿Cómo prevenir la muerte súbita?
La doctora Izquierdo subraya la necesidad de fomentar “toda una serie de prácticas médicas y hábitos saludables de crianza” entre los que estaría el concepto de “sueño seguro”.
“Hablamos más de prevención de muerte súbita, intentamos ser positivos. La palabra muerte súbita asusta mucho y por eso hablamos de prácticas de prevención y sueño seguro” con una serie de recomendaciones como que los bebés duerman boca arriba, en colchones duros, sin estar muy arropados.
Además, se debe favorecer la lactancia materna, que previene el síndrome de muerte súbita (los bebés que lactan tienen una menor probabilidad de padecerla), así como el uso del chupete. Aunque “está desaconsejado para favorecer la lactancia materna, sobre todo al principio, hasta que aprenden el hábito de mamar, hasta que ‘se agarran’, luego el chupete es un factor protector. Se recomienda que el bebé al dormir tenga el chupete sin forzárselo a poner. Pero si lo quiere, es un factor protector frente a la muerte súbita del lactante”, explica la doctora Romero, Coordinadora de Pediatría del grupo HM Hospitales.
Además de estos consejos, el doctor García-Sala apunta también vigilar al niño por la noche, sobre todo ante un bebé prematuro o con patología gestacional o perinatal; el uso de monitorees en el lactantes que nos despierten por la noche ante una apnea nocturna; evitar el tabaco ya que el lugar donde está el niño tiene que ser un “espacio sin humo”, por lo que se recomienda no fumar tanto a la madre -durante el embarazo y la lactancia- como al resto de personas que conviven con el bebé en casa; ventilar diariamente la habitación en la que duerme el bebé; y la vacunación porque “la utilización reglada de las vacunas se asocia a una disminución del 50% del riesgo de muerte súbita. Se habla de razones de índole biológica aunque también otros factores pueden ser importantes”.
Información
La doctora Izquierdo considera “importante dar a conocer a los cuidadores todas estas recomendaciones”, es decir, no solo a los padres si no, en muchos casos, los abuelos o las personas que van a estar con el bebé buena parte del día. “También se recomienda que se hagan campañas nacionales en las que se centren en el sueño seguro”, añade.
La doctora Romero no quiere “dar un mensaje alarmante a la sociedad. Por fortuna no es demasiado frecuente, pero sí tenemos que hacer hincapié en estas pequeñas medidas que reducen significativamente el riesgo”. “La misión del pediatra es informar y dar estas recomendaciones”, concluye.
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