Huguette Clark era hija de uno de los llamados "reyes del cobre del siglo XIX". Nunca ha conocido otra cosa que no sea dinero y glamour. Tampoco podía ser de otra manera si tu padre llegó a ser el segundo hombre más rico de Estados Unidos.
Pero como dicen, el dinero no da la felicidad. A sus 22 años Huguette se casó con un hombre de "cierto reconocimiento social", como se referían a él algunos artículos de cotilleo de la época. Dos años después de casarse, esta joven millonaria se divorció y se recluyó en una de sus mansiones con vistas a Central Park. A partir de aquí, su vida pública comenzó a reducirse a ´meros cotilleos y habladurías de la alta sociedad.
Nadie sabe qué le pasó por la cabeza a Huguette para pasar toda su vida encerrada en una casa y con la única compañía de numerosas obras de artes y muñecas antiguas.
Nunca consintió que nadie la visitara, y sus propiedades, repartidas por todo el país, siguen cerradas a cal y canto.
Hace unos 20 años, y a pesar de que la multimillonaria gozaba de una buenísima salud, Huguette decidió cambiar su mansión por un hospital, donde ha permanecido ingresada hasta los 114 años con un nombre falso para evitar ser reconocida.
Y tal fue su esmero en desaparecer de la vida pública que los medios se olvidaron de ella durante años hasta que el canal MSNBC se acordó de ella y de su dinero. La cadena comenzó a cuestionar si los abogados de Huguette estaban gestionando bien su riqueza, valorada en 365 millones de euros.
Una fortuna que no tiene herederos...