Según su testimonio, la tarde del lunes 12 de mayo vio a Isabel Carrasco y decidió ir detrás de ella. Instantes más tarde, según su relato, sacó el arma del bolso, y le disparó en la espalda. Isabel cayó al suelo y después, continuó relatando Montserrat, cree que le dio otros dos tiros. Aunque señaló que no sabe en qué parte del cuerpo, cree que a lo mejor en la cabeza.
Preguntada por qué mató a Isabel, Montserrat contestó que estaba desesperada, que se estaba volviendo loca por lo que Carrasco le estaba haciendo a su hija.
Montserrat confesaba así un crimen producto de un arrebato con difícil encaje con otros elementos de su confesión. Como el hecho de haber comprado dos años antes dos armas en Gijón y llevar una de ellas en el bolso, o reconocer también que había hecho seguimientos a Isabel Carrasco.
Su hija Triana tampoco logró convencer a juez y fiscal. Insistió en que desconocía lo que había hecho su madre, pero no supo explicar por qué la obedeció cuando le pidió que se deshiciera de un bolso. Fue inmediatamente después del asesinato y, según Triana, su madre se encontraba pálida, desencajada y nerviosa.
Lo que sí declaró Triana, textualmente es que Isabel Carrasco era un demonio para ella.
Además, Montserrat ha reconocido que las bolsas de marihuana halladas en su domicilio eran suyas aunque confesó que los últimos porros se los había fumado hace años.