El Krill es un pequeño crustáceo, similar al camarón, que está considerado un "súper alimento", aunque realmente es un "súper animal" capaz, entre otras cosas, de "reciclar" el CO2 causante del cambio climático.
Su labor en la lucha contra el calentamiento del planeta es vital. Aún así, en vez de preservarlo, año tras año se aumenta su captura para obtener ese complemento alimenticio tan demandado, el aceite de krill, que tantas ganancias económicas genera.
La sustancia obtenida es tan preciada que se vende en cápsulas. "Un tesoro de proteínas que se encuentra en el mar", con propiedades "cardioprotectoras", se presenta en las páginas de salud. También se utiliza como reclamo saludable en los piensos para animales. Incluso se pueden comprar comprimidos de krill para gatos a un precio nada módico. El bote de 60 cápsulas cuesta 45,10 euros.
"Todo es puro marketing", asegura a NIUS Alfonso Prado Cabrero. El científico e investigador del Instituto de Tecnología Waterford no tiene problemas en alzar la voz y denunciar una situación que considera una "frivolidad" porque "si capturamos el krill estamos contribuyendo de forma notable al cambio climático y no hay ninguna necesidad".
"Estamos intentando convertir en pastillas de omega-3 a uno de los grandes eliminadores naturales de CO2", explican a NIUS desde Greenpeace. "Esto no tiene ningún sentido”, recalca Celia Ojeda, coordinadora del programa de Consumo de la organización ambientalista.
En el caso de Alfonso Prado, su interés por el krill nació a raíz de una investigación del zooplancton. "Me puse a investigar dónde se captura, por qué se captura, cómo se captura y empecé a darme cuenta del desastre que se está llevando a cabo en la Antártida yendo a pescar krill solo para producir cápsulas", relata.
La industria, explica el científico, justifica su actividad diciendo que es que el aceite de krill es bueno para el corazón y tiene muchas otras propiedades, pero "no lo pueden asegurar" porque no hay evidencia científica. El aceite de krill "puede mejorar" tu salud cardiovascular, dicen. "Lo que no se puede hacer es hartarse de comer y luego tomarse una pastilla con aceite de krill para tener la conciencia tranquila". Eso es "horrible, una frivolidad", insiste el investigador.
En realidad el krill, explica Prado, tiene el mismo omega-3 que el pescado, pero el truco que han utilizado las compañías es decir que el aceite de krill "se absorbe mejor", cosa que no está justificada. No hay diferencia entre la absorción del omega-3 del pescado y el del krill, pero les sale a cuenta porque lo venden muy caro "para tener el pelo más bonito y un mejor sistema cardiovascular". "Nos dejamos engañar como tontos por gente que no tiene escrúpulos, gente que solo quiere hacer dinero y yo, por mi trabajo, centrado en la investigación del omega-3, les conozco bien", indica a NIUS.
En el caso de este crustáceo, a su pesca masiva se le suma los daños ocasionados por el cambio climático y "eso es una bomba de relojería". "La fauna de la Antártida ya se está viendo perjudicada, las ballenas, las focas, los peces, los pájaros…, todos los que viven allí viven del krill y vamos nosotros y se lo quitamos, además sin necesidad real".
Esta situación se puede revertir dejando de consumir krill, explica Alfonso Prado, porque no se puede esperar que los países limiten su captura. Es "vergonzoso" ver cómo funciona la regulación de la pesca de krill y otras especies. La comisión de la CCAMLR se reúne cada año en octubre y toman las decisiones por unanimidad. Sobre la mesa siempre está establecer tres zonas de exclusión de pesca, pero todos los años hay algún país, como Rusia o Noruega, que lo rechaza porque dice que es necesario "investigar un poco más", indica el científico. Así, año tras año, se va retrasando el establecimiento de estas zonas de protección.
¿Cómo recicla el krill el dióxido de carbono causante del calentamiento global? El CO2 es capturado por las microalgas y estas, a su vez, son comidas por el pequeño crustáceo que al procesarlas, y expulsar los residuos, deposita ese CO2 en el fondo del mar. Así que, concluye el experto, si pescas el krill estás estás colaborando con el cambio climático y con el desastre que se está provocando en aguas de la Antártida.
No está solo Alfonso Prado Cabrero en la lucha contra la pesca del krill. Organizaciones internacionales como Greenpeace llevan años denunciando lo que se está haciendo en la Antártida con este crustáceo.
Lo cuenta a NIUS la coordinadora del programa de consumo de Greenpeace, Celia Ojeda. Es el alimento fundamental de pingüinos, focas y ballenas y un eliminador natural de CO2, pero se ha puesto de moda y nos estamos cargando "un súper animal que ayuda a protegernos", explica la bióloga.
Celia Ojeda tiene claro que existen otras maneras de obtener omega-3. Como consumidores, "estaría bien dejar de tomar estas cápsulas, ver que los piensos de los animales no lleven krill y consumir pescado que no sea de acuicultura, sino de temporada, y procedente de la pesca local"."No necesitemos este crustáceo como alimento, pero sí lo necesitamos para vivir ya que conserva el ecosistema antártico", insiste.
Por todo ello la experta apuesta por establecer santuarios que cubran el 30% de la superficie marina para el 2030, principalmente en las aguas internacionales, porque ahí -indica- es donde está la principal pelea, ya que son lugares donde "nadie gestiona, cualquiera puede entrar y hacer lo que quiera". Hay que proteger esas "zonas frigoríficas que nos ayudan a controlar la temperatura del planeta", subraya Ojeda.
En marzo de 2020 Greenpeace registró más de 400 buques pesqueros peligrosos operando en alta mar en aguas de la Antártida. "No somos conscientes hasta qué límites está llegando la industria pesquera, hay noches que con las luces, en las imágenes de satélite, parecen islas, pero ahí no hay tierra, son barcos", indica la bióloga.
Su organización está utilizando el krill "para que la gente entienda por qué hay que proteger los océanos y por qué es necesario establecer una red de santuarios marinos. "No podemos esperar más". Los océanos regulan la temperatura del planeta y "que el cambio climático está aquí es hoy ya una evidencia", concluye la coordinadora del programa de consumo de Greenpeace.