La Fiscalía describe a Miguel Rosendo como el líder de una secta que actuaba "... con ánimo de dominar y manipular a sus miembros para someterlos a su voluntad... por el uso de la violencia o intimidación mediante técnicas de adoctrinamiento..." Según el escrito de acusación, se consideraba a sí mismo el Arcángel San Miguel, con derecho a todo: "... actuaba bajo la excusa de la religión que profesaban para satisfacer tanto sus deseos sexuales como ejecutar actos de beneficio personal o lucrativo..." Pide para él 66 años de prisión por 21 delitos, entre ellos una agresión sexual continuada y dos abusos sexuales continuados. Hechos denunciados hace tres años por las familias de las monjas. Aseguraban que les decía que todo lo que las hacía era algo espiritual y que ellas eran escogidas por Dios. Hoy miembros de la desaparecida Orden defendían religiosamente a su líder negando manipulaciones o pertenencia a una asociación ilícita. Todo ocurrió durante 13 años en la llamada "Casa Madre" en Tui (Pontevedra), donde, según el fiscal, eran constantes la humillación, la vejación y el temor en nombre de Dios.