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"Entre provincias, sólo viajes justificados". Ese, acortado por las necesidades de los rótulos luminosos, es el mensaje que desde mediados de enero han leído una y otra vez los pocos que han conducido por la autovías andaluzas. Pocos, porque desde esa fecha, en plena resaca navideña, la Junta de Andalucía cerró a cal y canto los límites provinciales. Pero eso se ha acabado. Desde este jueves se podrá circular por toda la comunidad. El primer destino que buscaran muchos será en moto, y será Jerez (Cádiz).
"Ten en cuenta que tenemos el Gran Premio de Jerez", dice Stefan de Clerk, presidente de la Asociación provincial de hoteles de Cádiz. "Por ese motivo creemos que muchas personas se van a desplazar, aunque, como se sabe, es a puerta cerrada. Pensamos que muchos aficionados aprovecharán esta apertura. Las reservas ya han aumentado un 15%".
En el circuito sólo hay, por segundo año consecutivo, camiones de los equipos. Los moteros no llegarán hasta aquí, pero tenerlos cerca, anima un poco a los participantes en la carrera.
"Algo es algo, la gente tiene la costumbre de bajar a Jerez, es lo clásico", cuenta Javier Barrobes, que compite con el equipo CarXpert Pruestl de Moto 3. "Que puedan viajar está bien, pero creo que habría que permitir el acceso de aficionados", defiende.
No será así. Los dispositivos de seguridad están preparados para que, a pesar del levantamiento del cierre perimetral, no se produzcan aglomeraciones de aficionados en estos tiempos de pandemia. Los habrá en Jerez, donde se vigilaran lugares como la Avenida de Blas Infante, lugar de exhibiciones ilegales.
"Aquí corrían las motos para arriba y para abajo. Ponían controles, pero las motos se subían a la acera y no pasaban por allí", explica un vecino de la zona. "Si vienen otra vez, se pondrá mucha gente a ver a las motos", dice.
A pocos kilómetros de Jerez, en El Puerto de Santa María la esperanza es doble. Las motos sí, pero también la gente que viaje a sus segundas residencias, o los que aprovechen para visitar unas playas que no pisan hace meses. En eso confía Juan Antonio, dueño de un restaurante con su mismo nombre en la playa de Valdelagrana.
"Para este sector, que se abran las provincias es fundamental, sobre todo en esta zona donde el 80% de las casas son segundas residencias", asegura. "Entre las motos y los que vengan a su segunda residencia se podrá trabajar", asegura Juan Antonio.
Lo único que enturbia esas esperanzas, en la hostelería de una provincia que cuenta con 138 kilómetros de playas, es la noche. El toque de queda a las once coincidiendo con la hora de cierre de sus negocios, es algo que muchos no entienden.
"No se puede a las once cerrar los negocios y a las once no poder circular por la calle", dice Antonio de María, presidente de los hosteleros gaditanos. "Lo suyo sería poner el toque de queda a las doce y que la hostelería pudiera funcionar hasta las once y media".
Pero noches aparte, el puente de mayo sin cierre perimetral pinta bien en la costa. Bueno, no en toda. Sólo unas playas, las de Barbate, seguirán cerradas a los visitantes. Aquí hay algo más de 700 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días. Toca ser responsable, protegerse, y proteger a los demás.
"Depende de nosotros", reconoce el alcalde de Barbate, Miguel Molina. "De que seamos capaces de cumplir con las normas y de no bajar en ningún momento la guardia, porque sin darnos cuenta podemos contagiarnos".
Zahora, Caños de Meca o Zahara de los Atunes no estarán abiertas a los visitantes. El resto de las playas gaditanas, sí. Eso en teoría, porque como señala a NIUS un agente que ha participado en numerosos controles, "estoy harto de que me enseñen justificantes de viajes de trabajo en fin de semana".