Esta misma semana conocíamos que el Gobierno, dando un paso que muchos venían reclamando desde hace tiempo, ha dado luz verde a que España exija una PCR negativa a los viajeros internacionales que lleguen desde países considerados de riesgo. Tendrán que hacerlo a partir del próximo 23 de noviembre y la prueba tendrá que ser realizada 72 horas antes. Quien lo incumpla, advirtió el ministro de Sanidad Salvador Illa, se enfrentará a una importante sanción.
Peses a las reticencias iniciales del Minsiterio, con el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, a la cabeza, insistiendo con su postura crítica en que el impacto de la medida será marginal dado que apenas han habido “4.327 casos importados de más de 1,4 millones de contagios que suma España”, y señalando que “el número de personas infectivas durante el vuelo” es “muy pequeño”, la realidad es que España “no se podía desmarcar” de lo que es una recomendación adoptada en el seno de la Unión Europea el pasado 13 de octubre. Es decir, cada vez son más los países que reclaman y reclamarán una PCR negativa para poder entrar en sus fronteras.
Con este escenario, la consecución de un test de diagnóstico de coronavirus se ha convertido en algo imprescindible si uno pretende volar a un país con restricciones, lo que tiene múltiples implicaciones, varias de ellas vinculadas también a nuestros bolsillos. Y por eso, cuando hay dinero de por medio, y en plena crisis… brotan las ideas para intentar sacar provecho de ello. Muchas de éstas son sumamente ilícitas, aprovechándose no solo de las circunstancias que rodean a una emergencia sanitaria sin precedentes, sino además poniendo en riesgo la salud de todos.
Esto último es lo que sucede con los mercados negros que se han generado alrededor de las PCR, donde ciertos individuos se están dedicando a vender resultados falsos que brinden un ‘negativo’ a los compradores que, dispuestos a participar de su delito, quieran viajar a los países con restricciones. Tengan síntomas o no, estén infectados o no, lo que buscan aquellos que lo compran es tener el pase con el que poder viajar.
Uno de los casos más recientes se produjo el pasado 6 de noviembre, cuando conocimos que Francia acababa de desmantelar una red de tráfico de certificados de test negativos. Los vendían por un valor que oscilaba entre los 100 y los 300 euros para todos aquellos viajeros interesados en tomar vuelos con destino en el extranjero.
Lo explicaba el secretario de Estado de Transportes francés, Jean-Baptiste Djebbari, quien denunció que el grupo estaba formado por siete personas que se lucraban con los certificados falsos que proponían, sobre todo, a pasajeros que pretendían volar a África desde el aeropuerto Charles de Gaulle de París. Y lo hicieron pese a las “penas de multas y de prisión disuasorias” que impone el Estado francés.
Concretamente, los detenidos, de ser declarados culpables, se pueden enfrentar a hasta 5 años de cárcel y 375.000 euros de multa.
En esta red en concreto, los integrantes elaboraban los certificados utilizando la identidad de laboratorios que existen realmente. En su modus operandi, transmitían los documentos en papel o en formato electrónico a viajeros que necesitaban mostrar un test negativo para ser admitidos en el país de destino.
Con el mismo objetivo, otra práctica ilícita que se está empleando es la falsificación de los propios resultados, lo que puede suponer directamente un delito contra la salud pública, dado que la máxima que marca esta pandemia es que si uno tiene síntomas debe autoaislarse inmediatamente, por lo que lo último en lo que cabe pensar en ese contexto es en coger un avión y exponer a todos.
En un caso registrado a finales del mes de octubre en las islas de Fernando de Noronha en Brasil, las autoridades descubrieron a un grupo de viajeros que habían hecho precisamente eso: falsificar los resultados de sus PCR. No presentaban síntomas, pero las pruebas que se habían realizado no entraban dentro del margen máximo que establece el protocolo del lugar, es decir, eran más antiguas de lo que debían para poder entrar en la región. Por eso, decidieron falsificar la fecha, para intentar engañar a las autoridades y que pensasen que eran resultados de una PCR reciente. Su burdo intento fue en vano. Cuatro turistas fueron detenidos en total, como contó el medio local Folha de S.Paulo.
Algo similar cuenta el medio británico The Lancashire Telegraph al referirse al caso de un hombre oriundo de Blackburn que se había servido del resultado negativo de la PCR de un amigo para fabricarse su propio certificado. De ese modo, podría viajar a Pakistán, donde desde el 5 de octubre exigen una PCR negativa tomada antes de las 96 horas del inicio del viaje.
“Es muy simple. Todo el mundo conoce a alguien con una prueba diagnóstica de covid-19. Puedes simplemente obtener su negativo y cambiar el nombre y la fecha para hacerlo tuyo. También tienes que poner una fecha que esté dentro del límite requerido. Lo descargas en el email, lo cambias y lo imprimes. La gente lo está haciendo, porque no es factible conseguir un test si tienes que viajar en caso de emergencia. Es difícil conseguir una prueba si no eres un trabajador esencial”, explicó a The Lancashire Telegrpah el hombre, que quiso mantener su nombre en secreto.