La mejor manera de no morir en un incendio: cerrar la puerta
La mayoría de los fallecidos mueren por intoxicación de humo
En 2018 murieron 123 personas por incendio en España. En 2019, sin cifras aún definitivas, el número de fallecidos será aún mayor. Por si fuera poco, en lo que llevamos de enero ya nos acercamos a la decena de muertos. La práctica totalidad son por inhalación de humo. Aunque en las cifras oficiales que podemos encontrar en la mayoría de medios se señala que el 71% son por el efecto tóxico del humo, lo cierto es que el 29% restante, el cuerpo está tan carbonizado que el forense dictamina que es por abrasión. Pero lo cierto es que previamente ha muerto por la acción del humo y después el fuego es el que le ha devorado.
Los expertos nos aconsejan que lo fundamental en un fuego es evitar meternos en la nube de humo que va a ser la que acabará con nuestra vida. Antonio Novillo, uno de los mejores formadores de bomberos y miembro de la APTB (Asociación Profesional Técnico de Bomberos), lo explica: “Si el fuego no es en tu vivienda, cierra las puertas, pon paños húmedos en las rendijas y ve dejando tras de ti puertas cerradas hasta que llegues a una habitación. Abre la ventana y pide ayuda o espera el rescate si has llamado al 112. Importante: indica en qué habitación estás y así los bomberos llegarán más rápidamente hacia ti”. Un error muy común si se produce un fuego y tenemos cerca la puerta de salida es dejarla abierta. Eso provocará que el humo invada toda la escalera favoreciendo su expansión por todo el edificio pues acabamos de “fabricarle” una chimenea. Novillo insiste: “Cierre puertas entre usted y el fuego”.
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Es una fórmula eficaz y perfecta para personas mayores o con movilidad reducida que en ocasiones abandonan la lucha arrollados por la tensión del momento. Antonio Novillo advierte: “Nunca abra una puerta caliente”, porque, asegura, “detrás está la muerte, daremos unos pasos y caeremos desmayados”. En caso de vivir en un pueblo el rescate tardará más. Así que lo mejor que puede hacer es elaborar su propio plan de actuación. Es decir, por qué balcón salir, tener una escalera preparada por si hay que bajar por una ventana ya que es posible que el piso de abajo esté invadido por las llamas. Haga su ruta de escape e incluso haga un simulacro con su familia. Además, es fundamental tener detectores de humo y de monóxido de carbono.
Antonio Novillo nos comenta algunos casos que está observando últimamente. “Se hacen reformas en casas de pueblo con lo último de lo último en aislante para que no se escape nada de calor y sin embargo las fuentes de calor (chimeneas, estufas, etc.) no las renuevan. Así sucede que esos aparatos antiguos, por una combustión mal realizada, generan monóxido de carbono. Pero al no poder escapar por ningún lado porque no hay ninguna rendija acaba siendo más mortal que cuando la casa estaba sin reformar”. Atención también a las chimeneas. Hay que limpiarlas para evitar que las partículas que se quedan adheridas en los tubos provoquen otro incendio. Y por supuesto muchísima atención a las principales causas de incendios: estufas eléctricas, velas, fumar en la cama, mantas eléctricas, enchufes sobrecargados, braseros y chimeneas.
Creerá que “nunca pasa nada”, pero pasa. Recuerde: 123 muertos en el 2018 y el 2019 serán más. El exceso de confianza mata.