Iba a más de 150 kilómetros por hora, sin luces y en dirección contraria. Aquella temeridad le costó la vida a una joven en 2016 a la que el kamikaze ni siquiera auxilió. Su nombre, Marta. Sus padres han luchado durante todo este tiempo para que el kamikaze fuera acusado de un delito mayor a un homicidio imprudente. Ahora la Audiencia de Lleida le condena a dos años y medio de cárcel. Cinco años después tiran la toalla "indignados". Carlos Soria se arrodilla en el lugar en el que le arrebataron a su hija. Barato resulta ser un "terrorista de carretera". Carlos Soria y su mujer, eso sí, no han dejado de luchar, pero ya todo está perdido. Cuenta su historia también para concienciar. "Volver aquí es volver a revivir la angustia". Es volver a pensar en que ese kamikaze no solo buscó el impacto con su coche de alta gama, además hacía carreras con otro vehículo, tenía antecedentes penales en Rumanía y dio positivo en restos de cocaína.
Los padres de Marta quieren que este tipo de accidentes se cataloguen como casos de violencia vial y que el delito sea el de homicidio doloso con una condena de 15 años de cárcel. Porque es lo que son. En el caso de Marta además de la temeridad, la imprudencia y el desprecio por la vida está la cobardía. El conductor no avisó a los servicios de emergencias de que había impactado contra otro coche. Tardaron 30 minutos en encontrar a Marta ya sin vida a 150 metros del accidente dentro de un canal.
"Lo que hizo era para matar a alguien. Era una recta de 500 metros y él veía perfectamente que el coche de mi hija venía de cara y no hizo ningún gesto de cara a ella, por lo que yo interpreto desde el primer día que es un asesinato doloroso", critica el padre de Marta puntualizando, a su vez, que el conductor del vehículo que arrolló a su hija circulaba a una velocidad de entre 129 y 159km/h en un tramo en el que la velocidad máxima era de 90km/h. Y no olvida. "Cuando llegaron los Mossos d'Esquadra, los ocupantes del vehículo no dijeron que había otro coche implicado, se callaron". La valentía de ser un loco kamikaze se había acabado. La cobardía salió a flote. Y les ha salido barata.