Marieke Vervoort lo tenía claro desde hacía años cuando en varias ocasiones habló de someterse a la eutanasia para despedirse de sus dolores y de una enfermedad degenerativa que la perseguía desde que tenía 20 años. La atleta paralímpica belga finalmente ha muerto a los 40 años acogiéndose a la ley que permite poner fin a su vida.
Desde 2016 la vida de Vervoort pendía de su propia voluntad. Ese año hizo público que había solicitado los papeles de la eutanasia, práctica que es legal en Bélgica. La deportista huía del dolor terminal, un miedo que la perseguía por las noches y que tenía como único remedio los calmantes fuertes.
Así Vervoort , que también reveló haber pensado en el suicidio, obtuvo el permiso de los médicos belgas para tener la seguridad de que podía marcharse de este mundo cuando lo decidiera. "Cuando quiera puedo coger mis papeles y decir ¡es suficiente! Quiero morir. Me da tranquilidad cuando tengo mucho dolor. No quiero vivir como un vegetal", había declarado hacía algunos años.
Este martes, Marieke Vervoort, la campeona olímpica de los 100 metros en los Juegos de Londres 2012, y bronce y plata en el 100 y el 400 de Río 2016, ha dicho adiós a la vida, a su manera.