Susana Cortés vivió cuatro meses de infierno. Fue lo que duró su relación con Mariano, quien la dejó morir con una crueldad extrema.
La fallecida era diabética y estaba sufriendo una hipoglucemia cuando él se limitó a grabar 11 vídeos en los que captaba su lenta agonía. No hizo lo más mínimo por ayudar, teniendo conocimientos para haber podido salvarla. No quería. En su lugar, se limitó a filmarlo todo mientras se burlaba de ella cuando, sin fuerzas, le pedía un refresco azucarado, al igual que también llegaba a preguntarla por las secuelas de la paliza que le había propinado anteriormente: “¿Susana, pero qué te ha pasado en el ojo, quién te ha pegado?” le preguntó, sabiendo que era él quien lo había hecho, tal como ha contado el hermano de la víctima, Daniel Cortés.
La familia nunca supo nada de los malos tratos, pero quien sí lo descubrió fue su hijo de 13 años. Susana le pidió que no contase nada, y además, dos meses antes de morir mandó al pequeño a vivir con su padre a Ciudad Real por miedo a que Mariano también le hiciese daño a él.
Tras la muerte de Susana, no obstante, los familiares supieron desde el primer momento que quien era su pareja era sospechoso. Sin embargo, nunca imaginaron la crueldad de sus actos. Por eso, ahora, al conocer todos los detalles de lo acontecido aquella madrugada del 18 de junio en su domicilio en Viladecans, el dolor no ha hecho sino volverse insoportable.
Aún conmocionada por el sufrimiento que rodeó al crimen de su hija, la madre de Susana Cortés ha sacado fuerzas para exigir justicia para ella. Quienes la conocieron aún no se explican cómo la víctima no les pidió ayuda. “No sé si tenía miedo o pensaba que no necesitaba ayuda de nadie e iba a salir ella sola de todo esto”, ha lamentado Daniel Cortés.
Él vio todas las fotos de su hermana, tirada “en el suelo, completamente desnuda”, con un “ojo amoratado”. Escuchó los audios de los vídeos grabados por Mariano mientras ella moría tras la bajada de azúcar. “Eso es una masacre”, cuenta, desde el más profundo dolor.
Cuando Susana murió, Mariano, arrestado tres meses después por homicidio, omisión de socorro y malos tratos, ni siquiera avisó a Emergencias. Acudió a comisaría, lo que extraño a los agentes, que le pidieron el teléfono móvil, algo a lo que se negó porque allí escondía su macabra grabación; la mayor prueba de su crimen.