Mariano, 49 años y diabético, sabía perfectamente las consecuencias de una bajada de azúcar. Aún así dejó morir a Susana, su pareja, agonizando toda una noche entera de una hipoglucemia. Grabó el sufrimiento de su novia. En uno de esos vídeos se ve como ella le pide una coca cola y él se la niega. Quienes conocían a la pareja dicen que ella decía que él era “celoso y agresivo”.
Mariano y Susana se habían conocido en un bar unos meses antes. Cuando ella murió, el pasado 18 de junio, llevaban cuatro meses de relación. Una relación que fue un infierno para ella. Los malos tratos eran continuos aunque logró ocultárselos a su familia y compañeros de trabajo. Siempre decía que se había caído.
Susana, era diabética. Mariano, su presunto asesino, también. Así que este dentista argentino de 49 años, por su profesión y por su enfermedad, sabía perfectamente como son los síntomas de una hipoglucemia, cómo se debe actuar, lo mal que se pasa si no trata y que puede causar la muerte.
Durante toda la noche, Susana, de 42 años, estuvo mala. Llamó a Mariano a las 21h y una hora después él llegó al domicilio que compartían desde hacía cuatro meses en Viladecans. No la ayudó, la dejó sufrir y lo grabó todo en su móvil. En total hay 11 vídeos en los que se ve como ella le pide una cocacola para contrarrestar la bajada de azúcar y se la niega. Es más, llega a preguntarle con mucha ironía por el ojo morado, consecuencia de puñetazo que días antes le había dado él en otra paliza.
Algunos vecinos de la pareja sabían del carácter difícil de él, incluso violento. “Susana me comentó que era agresivo, posesivo y celoso. Yo a ella le vi moratones en los brazos, en la espalda y en las costillas. Pero cuando le preguntaba, me decía que se había caído”, relata a le diario El País, Alejandro Castro, camarero de El Recodo, el bar que regentaba ella en Gavá.
La noche de su muerte Alejandro recuerda que tuvo que echar más horas porque ella no se presentó. Ahora entiende por qué.
A pesar de esto su familia no sabía nada del calvario que Susana estaba pasando. Solo su hijo de 13 años se dio cuenta. Ella lo envío a Ciudad Real con su padre y cuando su cuñada le preguntó porque ella se limitó a decirle: “Ya hablaremos Tati”. De los golpes y la costilla rota que le vieron en una ocasión, les dijo que se había caído.
Su familia, que siempre supo que Mariano era sospechoso para los Mossos, ha descubierto el infierno en el que vivía esta nueva víctima de la violencia machista y no entiende porque no les pidió ayuda.