María, 77 años y tres ictus: "La enfermedad te tuerce la vida pero hay que luchar para enderezarla"
Cada 29 de octubre se celebra el Día Mundial del Ictus, con el objetivo de concienciar a la población sobre la importancia de reaccionar a tiempo ante esta enfermedad
Nius ha hablado con María Fernández, un ejemplo de superación tras sufrir esta afección
Como ella, 9 de cada 10 personas que han padecido un ictus no sabían cómo actuar y la mitad no conocían la enfermedad
El 27 de junio de 2018 María Fernández tenía cita en la peluquería. Quería estar guapa porque al día siguiente viajaba a Ciudad Real para encontrarse con su familia. "Cada año nos reunimos todos en una comida multitudinaria, de unas 100 personas". Aquella vez, sin embargo, no pudo ir. "Al levantarme de la cama noté que me costaba andar, me agarré como pude para llegar hasta el baño y entonces, por suerte, llegó mi hija", recuerda María.
"Mamá no habla bien y tiene la boca torcida", le dijo por teléfono a su hermana, otra de las hijas de María, que es enfermera. "Una ambulancia, rápido, contestó". Estaba sufriendo un ictus. "Yo jamás había oído esa palabra, no sabía nada de la enfermedad, ni de lo que debía hacer, ni de las secuelas que iba a sufrir", reconoce.
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Se me paralizó toda la parte derecha del cuerpo, la pierna, el brazo, no podía andar, ni comer, ni peinarme...
El caso de María no es único. Casi nueve de cada diez pacientes que han sufrido un ictus no conocían el protocolo de actuación y más de la mitad no había recibido ninguna información previa acerca de esta enfermedad. Así lo recoge #ABLAMOS, la encuesta a nivel nacional, que acaba de publicarse, y que aspira a conocer las necesidades actuales de los pacientes con ictus y sus cuidadores en España.
Nuestra protagonista tuvo suerte, en su caso se actuó pronto. Está demostrado que una intervención en las primeras horas tras el ictus es de vital importancia, tanto para minimizar su incidencia como su impacto negativo sobre la calidad de vida posterior del paciente. Sin embargo, a pesar de las numerosas campañas de concienciación, los datos revelan que un 12% de pacientes esperaron más de 4 horas para buscar atención médica.
"En mi caso esperar hubiera sido fatal", dice María, "porque cuando llegué al hospital se me volvió a repetir. Se me paralizó toda la parte derecha del cuerpo, la pierna, el brazo, no podía andar, ni comer, ni peinarme...", recuerda con angustia María.
Dos meses estuvo ingresada en el hospital, con una rehabilitación intensa. "Al principio fue muy duro, cuando vi que tenía que ir en silla de ruedas se me cayó el alma a los pies, para poder caminar me tenían que levantar con una grúa porque mi cuerpo no se aguantaba de pie", cuenta.
El ictus, confiesa, le ha cambiado la vida al 100 por 100. No es de extrañar. Esta afección es la primera causa de dependencia en los adultos y la segunda causa de demencia en el mundo, lo que la convierte en una de las enfermedades que genera mayor carga social y económica.
Para poder caminar me tenían que levantar con una grúa porque mi cuerpo no se aguantaba de pie
Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), en nuestro país actualmente unas 350.000 personas que han padecido un ictus presentan alguna limitación en su capacidad funcional como consecuencia de este. Si se comparan sus secuelas con las de otras enfermedades crónicas, las personas que han padecido un ictus tienen una peor percepción de su estado de salud, presentan un mayor riesgo de problemas mentales y se ven más afectados en su calidad de vida, especialmente en la movilidad, la realización de actividades cotidianas y en la sensación de dolor o malestar.
"Yo he tenido suerte", dice orgullosa María, "porque mis hijos están muy pendientes de mi y me han ayudado mucho. "He ido a logopedas, a rehabilitación... y poco a poco he mejorado. Esta es una guerra que se gana por batallas", admite. "Salí con andador del Hospital, luego pasé a las muletas, que aún llevo en la calle, y ya he conseguido librarme de ellas para andar por casa", dice satisfecha. En su recuperación ha influido también su valentía y su propia historia vital. "Me quedé viuda con cuatro hijos y tuve que luchar mucho para sacarles adelante, tiré de esa fuerza para no caer en la depresión tras los ictus, seis meses después tuve un tercero", revela.
Muchos no consiguen superarlo psicológicamente. "Las alteraciones del ánimo, como la depresión, pueden dificultar la recuperación en pacientes en tratamiento de rehabilitación, por lo que es necesario evaluar si requieren un seguimiento neuropsicológico, un tratamiento antidepresivo, así como detectar sobrecarga del cuidador principal", explica la Dra. Estela Sanjuan, Coordinadora de investigación en ictus del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona.
Salí con andador del Hospital, luego pasé a las muletas y ya ando sin ellas por casa
Cada año unas 130.000 personas padecen un ictus, siendo la primera causa de mortalidad en la mujer y la tercera en el hombre. Actualmente en España mueren unas 27.000 personas anualmente de esta enfermedad, una cifra que se prevé que aumente un 39% en 2035.
"Los días que tengo malos, que los hay, me agarro a eso, a que sigo viva, y pensarlo me da fuerzas para no hundirme, para darle la vuelta a esta situación dolorosa con la que tengo que convivir", relata.
El ictus llegó para torcerle la vida cuando tenía 74 años. Ya ha cumplido los 77 "y aún sigo luchando para enderezarla", reconoce. "Te tienes que acostumbrar a vivir con dolor y limitaciones. El otro día me caí y tuve que avisar a mi hija para que viniera a levantarme, yo sola no podía", añade.
"No te voy a negar que echo de menos mi vida de antes, salir, viajar, arreglarme... trabajé durante años en una empresa de cosmética y siempre cuidé mucho mi aspecto. Ya no puedo ponerme tacones, pero con zapatos planos puedo seguir caminando, despacio, sí, pero pisando fuerte".