Con la sentencia del caso ‘Malaya’ se deja atrás la imagen de una Marbella en la que alcaldes, empresarios, promotores, abogados y toda una trama de especuladores, entraron en su ayuntamiento con el claro objetivo de enriquecerse. Fue en la etapa de Jesús Gil cuando se implantó la fórmula millonaria que cuajó durante más de una década: los políticos daban manga ancha a los constructores, a cambio de suculentas comisiones. Lo que explica que un simple asesor de Urbanismo como Roca, acumulara 200 millones de euros en patrimonio. Y es que no eran políticos al uso. Representaban el poder, el lujo y el dinero y acabaron identificándose, con una sola cosa: La corrupción. Se calcula que entre todos los condenados le han robado a Marbella al menos 500 millones de euros. Y algo más difícil de recuperar: la buena imagen de su ciudad.