La violación en grupo es "un reto para una noche de fiesta"
El caso de 'La Manada' de los Sanfermines supuso un antes y un después en la sociedad española. Desde entonces no se han dejado de conocer denuncias de violaciones grupales. Solo en 2018 la policía investigó 20 casos de agresiones sexuales en grupo. En el primer trimestre de 2019 se han registrado 14, según geoviolenciasexual.com.
Uno de los últimos casos del que tuvimos noticia fue en Castellón de la Plana. Dos menores, de 14 y 17 años, fueron presuntamente violadas por ocho jóvenes Estos hechos viene a confirmar lo que dice el estudio ‘Agresores Sexuales con víctima desconocida’ del Instituto de Ciencias Forenses y de la Seguridad (ICFS) de la Universidad Autónoma de Madrid, que recoge que la mayoría de estas agresiones sexuales en grupo se comenten en festivo o fin de semana, en concreto un 55%, en sábado, un 38%, y principalmente de noche, un 57%. Igual ocurrió con la agresión sexual de La Manada, que fue una noche de los Sanfermines de 2016.
“La violación en grupo ha pasado a formar parte de un juego, un reto para esa noche de fiesta en la que salgo a ligar y tener relaciones sexuales, con o sin consentimiento”“, explica la sexóloga y experta en violencia machista y menores, Nieves Lara. Algunos jóvenes dicen ““cuando decís no, queréis decir sí en realidad” o no entienden, por ejemplo, que si ella está inconsciente no es “un sí”, aunque antes de quedarse inconsciente dijera sí”.
La menor de Castellón de la Plana de 14 años contó que fue apartada de sus amigas y llevada a un garaje, donde la violaron: "Me han arrastrado y me han quitado la ropa, eran muchos".
En el caso de los Sanfermines, cinco amigos sevillanos violaron a una joven de 18 años en un portal. Ellos se hacían llamar en un grupo de Whats App ‘La Manada’, de ahí que este término se haya extendido para denominar a los violadores que actúan en grupo.
¿Hay un 'efecto llamada'?
Las violaciones en grupo “siempre han existido pero quizás a partir de este caso de San Fermín se hayan multiplicado los grupos de algunos chicos que quieren replicar lo que ellos hicieron, ya que no perciben que hubiera muchas consecuencias y puede que se hayan convertido en 'un modelo a seguir'”, señala la sexóloga.
Los cinco acusados de 'La Manada' están en libertad provisional a la espera de la sentencia última del Tribunal Supremo. Están condenados a nueve años por abuso sexual, no por agresión. La Fiscalía pide que se considere violación y la defensa reclama la absolución porque considera que hubo consentimiento.
No todos los expertos admiten el ‘efecto llamada’. Javier Gómez Zapiain, profesor de psicología de la sexualidad de la Universidad del País Vasco, recalca que no hay evidencia científica para hacer tal afirmación. El psiquiatra forense, José Cabrera, además de admitir el 'efecto llamada', señala que la gente sabe que cuando se actúa en grupo es más difícil aplicar la pena y que el individuo se siente “más acogido”.
¿Cómo son los violadores que actúan en grupo?
Los agresores sexuales que actúan en manada son más jóvenes que los que lo hacen en solitario. La media según el informe del ICFS es de 25 años frente a los 33 de los que buscan a sus víctimas solos. “Los adolescentes tienden a estar más en grupo que un adulto de 30 ó 40 años” y además, a veces, el individuo arropado por un grupo se atreve a hacer cosas que quizás solo no haría, explica Cabrera.
Pero… ¿por qué lo hacen? Los expertos coinciden en señalar que no hay una única causa. Entran en juego aspectos de la personalidad de cada uno, combinado con una sociedad deteriorada en valores y carencias socioafectivas. Todo ello combinado con una educación sexual “nefasta”, señala Gómez Zapiain.
“La satisfacción del deseo sexual se puede poner al servicio de la afirmación personal en la adolescencia, pero en aquellas personas con una inestabilidad emocional exagerada por una historia socioafectiva deficiente que produce importantes carencias afectivas, y una extrema fragilidad e inseguridad del yo, mostraría una mayor probabilidad de utilizar el sexo como vía de autoafirmación”, explica el profesor de psicología de la sexualidad.
“Numerosas investigaciones mantienen que la inseguridad en el apego se relacionan con dificultades en la regulación emocional y falta de empatía. Sin empatía, es posible tratar a la víctima como un objeto al servicio, no tanto del placer erótico, como de la satisfacción de la autoafirmación personal en presencia de iguales, es decir, de la machada”, añade el profesor para explicar la diferencia de perfil entre las agresiones en grupo y la violación por parte de un único sujeto.
Agresiones sexuales más violentas
Quienes delinquen en grupo apenas cuentan con antecedentes policiales y prácticamente no hay casos de que éstos sean por delitos sexuales, según el citado informe del ICFS, sin embargo, estas agresiones sexuales en grupo son más violentas que las perpetradas por un único sujeto (93% vs. 77%) y hay más penetración (39% vs. 26%). Un ejemplo de esta brutalidad es lo que le ocurrió a una menor de 12 años de Azuqueca en marzo de 2018 cuando seis jóvenes la violaron durante casi una hora. “Me sujetaron las manos y piernas y me taparon la boca. Me desvistieron de cintura para abajo y comenzaron a violarme uno a uno”, contó la niña.
“Penetraciones vaginales, anales e incluso felaciones forzadas… la sexualidad en la que nos educan se reduce a la penetración y es una forma de mantener una idea de superioridad, control y poder del hombre frente a la mujer. “Darla hasta reventarla” o “soy un empotrador” son frases que he escuchado en algunos adolescentes“Darla hasta reventarla” o “soy un empotrador” con los que he intervenido y cuando hablan de tener relaciones con una chica siempre lo hacen desde un papel activo, sin preocuparse por dialogar o conocerla más, saber sus deseos o tener en cuenta su placer”, afirma la sexóloga.
El psiquiatra forense considera que las agresiones en grupo son más violentas porque "el grupo se autoalimenta y la agresividad individual se multiplica. Si uno hace una cosa, el otro la va a hacer más".
La semana pasada un juez de Alicante envió a un centro cerrado a tres menores acusados de agredir sexualmente a una compañera de instituto el pasado verano en Marina Alta, Alicante. Ellos, junto a un cuarto estudiante del centro que actualmente reside en Francia, la obligaron a ir a un descampado donde según la chica la violaron y la grabaron. La amenazaron con hacer público el contenido del vídeo.
¿Por qué se graban cometiendo un delito?
Si la violación o agresión sexual puede ser una forma de afirmar la masculinidad, grabarlo en vídeo es “un elemento añadido de poder. No solo cometo el delito, sino que quiero que todo el mundo lo sepa y vea lo valiente que soy”, explica el psiquiatra forense.
Lara sostiene que “la Red es el escaparate de la vida de muchos adolescentes y jóvenes. Su intención es mostrar lo que son capaces de hacer, que ‘los tienen bien puestos’ y esperan la admiración de muchos otros”. La conocida como Manada de Callosa también grabó la violación en un vídeo de cinco minutos en el que se ve claramente como la víctima, de 19 años, muestra su oposición. “Parad, parad”, repite la chica.
Llama la atención el dato de que en las violaciones en grupo hay más extranjeros (49%) que españoles (31%). Los agresores de Marina Alta son todos de origen magrebí, al igual que los jóvenes investigados en la agresión grupal de Tarragona, entre las últimas que se han conocido. En este caso se han investigado a cuatro menores no acompañados (mena) pero solo uno de ellos ha pasado a disposición de la Fiscalía. Cabrera explica que muchos de estos agresores provienen de una cultura machista, “en la que la mujer no vale nada”.
Gómez Zapiain señala que el machismo como “telón de fondo, hace que la referencia de masculinidad sea el ejercicio del poder sobre las mujeres, sometiéndolas e instrumentalizándolas. Personas con un yo débil pueden utilizar la agresión sexual como una forma de autoafirmación”.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Los tres expertos consultados coinciden en señalar una crisis de valores de la sociedad actual. “Hoy las normas morales casi no existen”, dice el psiquiatra. En la misma línea se postura el profesor de la Universidad del País Vasco, que habla de “la erosión de los valores esenciales en las relaciones interpersonales, propios de la sociedad de consumo. Las agresiones sexuales pueden ser consideradas como un síntoma de una sociedad que tiende al neuroticismo (inestabilidad emocional). Esta sociedad de consumo lo comercializa todo, todo se compra y todo se vende, el sexo también”.
¿Dónde está la solución al problema?
“La sexualidad, la erótica, el placer… sigue siendo un tabú y la información que hay en la Red no es de calidad ni profesional, si no que sigue fomentando una sexualidad heterosexual, basada en la penetración vaginal como única vía para el disfrute de ellos y ellas, y focalizada en el placer de ellos”, destaca Lara.
Para atajar un “problema de toda la sociedad” hay que tener claro que hay un “derecho a la educación integral y atención en sexualidad donde además de salud, se hable de emociones y habilidades sociales, que empiece desde la infancia y que esté alejada de bases machistas”, afirma la sexóloga.
En la misma línea se postula Gómez Zapiain que apuesta por “prevenir desde la educación sexual”. Implantarla –añade- depende de la voluntad política: “Casi todas las leyes educativas, lo contemplan pero no se aplican”. Un paso importante sería, según la experta en violencia machista y menores, ofrecer “espacios a los adolescentes y jóvenes dentro de los centros educativos en los que se les escuche, sin juzgarles, porque muchas veces sólo piden eso”.