“Mamá, papá es un monstruo, tenemos que irnos de casa o te matará”
Elizabeth Cano, víctima de violencia de género, explica a NIUS cómo vivió durante 28 años los maltratos de su marido
La mujer denuncia que los fiscales y jueces del país necesitan tener más educación en violencia machista
Elizabeth asegura que siempre fue consciente, pero se resignaba e intentaba justificar a su marido
Elizabeth Cano tiene 47 años y hace solo tres años y medio que empezó a vivir. Ha pasado media vida al lado de un hombre que la “maltrató físicamente y mentalmente” durante 28 años. Compartió sus días al lado de lo que ella describe como una persona “perversa”, “narcisista”, “egoísta” y sin “conciencia”, que la ha dejado marcada de por vida. “Fueron tantas”, asegura Elizabeth, que a día de hoy su mente ha olvidado las veces que su exmarido, un bien posicionado arquitecto de Barcelona, la agredió durante todos los años que estuvieron juntos.
Hoy, Elizabeth cuenta su historia en NIUS, con el objetivo de mostrar una “realidad existente, que está a la vuelta de la esquina y que puede pasarle a cualquier mujer, independientemente de su estatus social, cultura o tradición”.
28 años aguantando insultos, agresiones: “Me partió los dientes de un guantazo”
Todo empezó con una niña de 17 años que nunca había salido de casa. “Conocí a un chico muy amable, agradable y que intentaba darme pena contándome que en su casa le pegaban. Por empatía me acerqué a él, pero pronto empezó a estar muy encima de mi y a obsesionarse. Ya no supe salir del pozo”.
Elizabeth pensaba que era el hombre de su vida, desde pequeña le habían contado que el “primer amor es para siempre” y eso le hizo convencerse de que no podía dejarle. Estuvieron saliendo 10 años y antes de casarse ella no estaba convencida. “Yo no sabía si realmente quería casarme, ya había visto como era, e incluso mi familia me pidió que no me casara, pero era mi primer amor, había vivido las primeras experiencias juntos y él me dijo ¿cómo vas a dejarme, Elizabeth?”.
“Pensé que era lo que me ha tocado vivir, que el amor podía con todo”
A partir de entonces Elizabeth aprendió a vivir con la inquietud e inseguridad en el cuerpo cada vez que estaba en casa. Suspiraba por si lo que hacía podía molestar a su marido y en consecuencia caerle una “fuertísima bronca que podía durar incluso días”.
“Todas las agresiones venían por cosas que a él le molestaban. Por la cena, por mi ropa... ya ni me acuerdo las veces que me agredió. Un día en medio del centro comercial me partió los dientes de un guantazo”. Elizabeth recuerda que fuera del hogar era un hombre amable, respetuoso y “aparentemente normal”. Nadie sospechaba, ya que la familia vivía “como en una burbuja” ajena completamente a lo que pasaba en el exterior.
“La violencia machista no entiende de clases; está a la vuelta de la esquina”
Sin independencia económica, sin conexión a Internet, sin poder salir con amigas, Elizabeth vivía por y para su marido. Así lo recuerda, hasta que un día Alexia, su hija mayor, tras ver diariamente cómo su padre maltrataba a su madre advirtió a Elizabeth que o se marchaban o acabaría matándola: “Mamá, no ves cómo es papá, es un monstruo, tenemos que irnos de casa o te matará”.
De ese día hace ya tres años y medio. Esa fue la primera vez que Elizabeth abrió los ojos y dio el paso de denunciar a su marido y separarse. Desde entonces vive con sus hijas en la misma casa, ha vuelto a trabajar de enfermera y lucha día a día para salir adelante con todo. “Ha intentado quitármelo todo, el quiere verme en la calle, pero por dignidad saldré adelante con mis hijas y lucharé por superar esto. Me ha hecho demasiado daño y nunca podré perdonarle porque él siempre fue consciente”, espeta emocionada.
“Me pregunto si la fiscal aguantaría 24 horas en lo que era mi vida al lado de ese señor”
Ahora Elizabeth ya no vive con la intranquilidad de que a su marido “no le guste la cena o la blusa que lleva". Ahora puede volver a dormir por la noche. Sin embargo, el miedo de que vuelva a acercarse a ella persiste y asegura que los jueces no “complican la situación”. “La violencia de género te persigue toda la vida, y eso parece que los jueces y fiscales del país no lo sepan. No tienen ni idea, necesitan mucha más formación y que entiendan por lo que hemos pasado Siempre me preguntó si la fiscal que llevó mi caso aguantaría 24 horas en lo que era mi vida al lado de ese señor”, lamenta.
Las secuelas de las escenas de violencia que se vivieron durante años en casa de Elizabeth también marcaron de por vida a sus hijas. Por ello, Elizabeth lo deja claro: “Un maltratador nunca es un buen padre, él nunca lo ha sido y ha obligado a sus hijas a pasar por algo muy duro”. Una de sus hijas explica a NIUS que recuerda su casa “como una cárcel” y que al separarse “empezó a ver mundo”.
Elizabeth asegura que ha podido superar la situación gracias a sus hijas, a su familia y a la asociación Ana Bella, que la ha acompañado durante todo el proceso dándole apoyo psicológico. Ahora se ve una mujer fuerte, luchadora y con ganas de volver a vivir. Se define como una “superviviente” y ha decidido contar su historia para concienciar a todas las mujeres y animarlas a que no resigna, no justifiquen y den el paso para “empezar a vivir”. Elizabeth sigue adelante. En estos momentos, sus hijas viven con ella y el caso está pendiente de juicio, según explica.