El coronavirus en España deja ya un total de 26.070 muertos y 221.447 casos después de que en el último balance de Sanidad se registrasen 213 fallecimientos más y 754 contagios, lo que supone un porcentaje de incremento de nuevos casos del 0,34%.
“Estamos claramente en línea descendente, con las ondulaciones típicas de las colas de las epidemias, porque afortunadamente estamos ya en esa fase”, ha valorado el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, quien ha añadido, como dato más positivo, que ya son 128.511 las personas que se han recuperado del COVID 19, al tiempo en que ha precisado que respecto al número de hospitalizados y nuevos ingresos en UCI ambos parámetros se mantienen con incrementos del 0,3% en ambos parámetros, en “la evolución esperada”.
En este contexto, España camina hacia los últimos días de la fase 0 con la esperanza de que la mayoría de sus territorios puedan alcanzar este 11 de mayo la fase 1. Será al Ministerio de Sanidad al que corresponda determinar en última instancia, “entre este viernes (a última hora) y este sábado”, si procede a autorizar las propuestas formuladas por cada comunidad autónoma para avanzar o no hacia un cambio de fase. Con la excepción de Cataluña y Castilla y León, que quieren una desescalada a dos velocidades, optando por maximizar la precaución, la mayoría de ellas han pedido dar un paso hacia adelante en el desconfinamiento, incluido la Comunidad de Madrid, que este miércoles, in extremis, --y con cambio de opinión de última hora incluido--, finalmente solicitaba pasar a la fase 1 desatando con ello un enorme revuelo.
Desde el comienzo, la capital de España ha sido también el epicentro de la epidemia en el país. Es la más afectada; la que más contagios ha registrado y donde más gente ha perdido la vida. Por esta razón, y ante la reiterada manifestación de un Gobierno que advertía desde el primer momento que la desescalada sería gradual y asimétrica, es decir, a distintas velocidades en cada territorio según los índices y marcadores epidemiológicos, nadie esperaba que la Comunidad de Madrid fuese a proponer a Sanidad pasar desde ya, y en el más corto plazo previsto, a la fase 1. Sin embargo, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, reticente en un principio, finalmente decidía dar luz verde a la propuesta de avanzar un paso más en el levantamiento de las medidas de restricción al aseverar que se tiene que reanudar “lo antes posible” la actividad económica para que no repercuta en un “problema social”. En este sentido, ha manifestado que para asegurar la capacidad de respuesta de la comunidad y salvaguardar la salud pública, ha creado una viceconsejería de Sanidad y prevé hacer obligatorio el uso de mascarillas en espacios cerrados.
La decisión no solamente resulta chocante e incluso descabellada para muchos ciudadanos que no son ajenos a las reiteradas advertencias de una Organización Mundial de la Salud que insiste en aseverar que si se va demasiado rápido en la desescalada "el riesgo de volver al confinamiento es muy real”, sino que además ha generado división en su propio grupo de gobierno. Este mismo jueves, la que hasta ahora fuera directora de Salud Pública de la Comunidad, Yolanda Fuentes, presentaba su dimisión por discrepancias con el Ejecutivo regional. La decisión parece no haberle gustado nada, pero ya tiene sustituto: Antonio Zapatero, quien fuese director del hospital de campaña que fue instalado en Ifema.
Con más de 63.000 casos confirmados, todavía 610 camas de UCI ocupadas, --casi un tercio de las habituales, y con más de 8.500 muertos por coronavirus, la decisión está llena de incertidumbre y es objeto de controversia. Será no obstante Sanidad quien tenga la última palabra.