A Ángela se lo quitan de las manos en su tienda, una mercería en la que todo está a un euro. No es que hayan llegado las rebajas a Viveiro, en Lugo. Lo que pasa es que a su dueña le tocó el Gordo de Navidad y ahora liquida para cerrar su negocio y dejar de trabajar. Ella cuenta que solo tenía un décimo que le regalaron a su marido en un bar de Villalba, a sesenta kilómetros. La afortunada de cincuenta años está casada y tiene dos hijos y una nieta. Con el premio ya se ha comprado un coche y liquidado la hipoteca y, aunque no es de grandes lujos ha decidido darse a la buena vida.