Son dos los motivos por los que tenemos que quitarnos ese hábito. En primer lugar, hay que tener en cuenta que los lavavajillas cuentan con sensores que detectan el nivel de suciedad de los objetos y, en función de lo sucios que estén, aplican un ciclo u otro. Por lo tanto, si aclaramos un poco los utensilios antes de meterlos, el lavavajillas pensará que no cuentan con tanta suciedad y les aplicara otro ciclo, lo que se puede traducir en que los lavará menos.
En segundo lugar, los detergentes utilizados en estos aparatos hacen uso de la grasa de los objetos para adherirse a ellos y, de esta forma, limpiarlos mejor, tal y como recoge '20 minutos' . Si eliminamos estas partículas el detergente no tendrá un punto de apoyo, por lo que no limpiará correctamente los distintos elementos.
Otro punto a tener en cuenta es que algunos lavavajillas realizan un prelavado antes de lo que es el lavado en sí, lo que significa que no tenemos que hacerlo nosotros manualmente pasando los utensilios por el fregadero.
Asimismo, al utilizar el ciclo más largo para que la vajilla salga lo más impecable posible provocamos un enorme gasto de agua.
En definitiva, dejemos de realizar aquella función que ya hace el propio lavavajillas -tan solo hay que quitar los trozos grande de comida- y, de esta forma, obtendremos mejores resultados y mayor ahorro.