A Marina le gustaba llevarle azucenas blancas a su hijo Adrián. "Me daba paz ponerlas sobre su tumba. Hablaba con él, le sentía cerca". Llevaba 17 años haciéndolo. "El niño", como a ella le gusta llamarlo, murió a los tres días de nacer por una negligencia médica. Desde entonces no ha dejado de visitarlo en el cementerio, el de Las Manchas, el que este jueves se ha llevado por delante la lava del volcán. "Ya no podré volver más. Me duele hasta pensarlo, la colada ha sepultado a mi angelito. Es como si mi hijo se hubiera muerto otra vez".
La noticia ha caído como una losa en el castigado valle de Aridane. "Es que se ha llevado los restos de casi cuatro mil personas. Es muy difícil de digerir, porque las casas, las iglesias, las escuelas se pueden levantar en otro sitio, pero los restos de nuestros familiares son irrecuperables", dice Marina con angustia.
Esta palmera de 53 años trabaja como técnica del Ayuntamiento de Los LLanos, precisamente es la encargada de los asuntos del cementerio. "Temo ir mañana a trabajar porque me imagino cómo va a llegar la gente allí. Muchos habían solicitado que se trasladaran los restos a otro sitio, pero es que era imposible acceder, estaba en zona restringida, rodeado de coladas por todos lados. Espero que lo entiendan. Si se hubiera podido yo también me habría llevado los restos de mi pequeño", lamenta.
68 días ha resistido el cementerio de Las Manchas asediado por la lava. "Yo de verdad tenía la idea de que el volcán lo iba a respetar. Después de tantos días aguantando tenía fe en que se iba a salvar", reconoce Marina. "Así que cuando sobre las 11 me he enterado de la noticia se me ha venido el mundo encima".
"Ha sido como una muerte anunciada", relata. "Primero nos hemos enterado de que el cono se había desbordado por el lado sur, justo en dirección al cementerio, después alguien nos ha avisado de que iba por el Corazoncillo, que es justo la zona que está por encima, y cuando ya han confirmado que había entrado y que empezaba a cubrir las tumbas... Ay Dios, Ay Dios, gritaba todo el mundo. Ha sido muy fuerte".
Ha sorprendido también la rapidez con la que la colada ha arrasado el camposanto. "A las tres de la tarde ya lo había sepultado. En apenas tres horas, imagínate la velocidad a la que bajaba esa lava", apunta Marina. En solo 180 minutos ha cubierto tumbas y nichos, quedando la mayoría de ellos completamente inaccesibles.
"Son momentos muy tristes para los Llanos", explica. "Va a ser difícil recuperarse de esto. No te imaginas el sentimiento que había aquí el día de Todos los Santos por no poder entrar a dejar flores a nuestros familiares. La gente apreció mucho que se levantara esa especie de altar con los nombres de todos los fallecidos", recuerda. Se refiere al Rincón de la Memoria que el Ayuntamiento de la localidad levantó, decenas de paneles con los nombres de las 3.610 personas enterradas en el Cementerio de Las Manchas. "Saber que ya no existe, que no vamos a poder acompañar más allí a nuestros familiares es quizás lo más duro que hemos tenido que vivir desde que empezó la erupción".
El dolor de Marina lo comparten miles de familiares. "Todo el mundo tenía algún allegado enterrado allí. Ahora dónde vamos a llorarles", espeta. "Era además un lugar tan bonito, el cementerio estaba ubicado en un sitio precioso, se veía el mar, era hermoso, todo sembrado de flores... Me rompe el corazón hablar de ese lugar en pasado, de verdad", apostilla.
"Mi casa está llena de fotos de mi pequeño, porque aunque solo lo tuvimos tres días fue un niño que cogimos, que sentimos, que tuvimos en nuestros brazos. Su muerte fue un mazazo para toda la familia, yo necesité ayuda piscológica para superarlo. Es una herida que tienes ahí, que no se te va a cerrar nunca, y que esta tragedia de ahora no ha hecho más que agudizar. La hace más profunda", explica Marina.
Cuenta que ahora le pondrá un altar en casa, donde no faltarán las azucenas blancas y las velas. "Mi marido me dice que nuestro hijo sigue con nosotros, en nuestro pensamiento, en nuestros corazones. Es cierto, pero el haber perdido el lugar físico donde él estaba... es... como si se hubiera eliminado el rastro de su paso por este mundo, como si la lava lo hubiera borrado todo. Ya no hay nada. Siento vacío. ¿Qué más puede hacernos este volcán?.