La operación parecía perfecta. Habían conseguido desprender una caja fuerte de 500 kilos de una empresa, pero los ladrones tuvieron que dejar el robo a medias porque no previeron que la pesada carga bloquearía el ascensor.
A punto estuvieron de completar su gran golpe, directos corrieron a por la histórica caja fuerte, con más fuerza que maña lograron sacarla, pero desecharon la idea quizás por descabellada y decidieron llevársela así a rastras. Una operación que a la desesperada también tuvieron que abortar. Cuando pusieron la caja en el ascensor, éste se bloqueó y la caja se quedó estancada.
Todo el esfuerzo fue en vano, porque la caja y el preciado botín que había en su interior (dentro solo había objetos de Navidad), siguen a buen recaudo. Bolas, luces, adornos y espumillón buscan ahora nuevo escondite para llegar a las fiestas sin sufrir más asaltos.