Julia, de 74 años, desvalijada por la familia a la que acogió a cambio de cuidarla: se llevaron hasta las bombillas

  • Julia, de 74 años, sufrió un accidente y necesitaba ayuda en su casa en Nigrán, Pontevedra

  • Acogió a una mujer que se trasladó con su familia: "Le dejaba la casa sin que me pagara nada a cambio de que miraran por mí"

  • Todo cambió cuando les incluyó en el testamento: "pasaban" de ella y se fueron desvalijando su casa

Su nombre es Julia, tiene 74 años y tras sufrir un accidente necesitaba ayuda en su casa de Nigrán en Pontevedra. Lo que no esperaba, en modo alguno, es que esa ayuda iría a costarle el mayor disgusto de su vida: la familia que acogió para cuidarla ha acabado robándole todo. Su casa está completamente desvalijada. Se llevaron hasta las bombillas.

“Todo se lo llevaron. No quedó nada, ni de cristalería… Nada de nada. Se lo llevaron todo”, relata la propia Julia.

“Le dejaba la casa sin que me pagara nada a cambio de que miraran por mí”

Todo comenzó cuando buscó a una mujer para que cuidara de ella: “Le dejaba la casa sin que me pagara nada a cambio de que miraran por mí; de que me llevaran al médico, de que me llevaran a las compras…”

Así, la cuidadora, y aunque al principio el trato era muy bueno, cuando Julia decidió incluirles en su testamento comenzó el calvario: “Pasaban de mí totalmente, ya no me venían ni a limpiar. Ni saludaban, pasaban de mí, como si fueran ellos los dueños y yo la criada”, cuenta.

Tanto era así que las cosas llegaron al extremo: después de cuatro meses aguantando insultos y amenazas, Julia denunció a la Guardia Civil.

No fue hasta que les cortaron el agua cuando hicieron las maletas para irse de allí, pero llevándose antes todo cuanto tuvieron en gana.

“No dejaron nada”, se llevaron hasta tarteras de acero inoxidable, la TDT…

“Todo, todo… no dejaron nada”, relata Julia, explicando que hasta las fiambreras de acero inoxidable que tenía se las llevaron.

Muebles, ropa de cama y hasta la TDT. Desvalijaron la casa y no dudaron tampoco en llevarse pertenencias de valor sentimental: “Recuerdos de mi hermana y todo… Mal… Mal, mal”, lamenta Julia, dejando claro que no tuvieron ni un ápice de piedad con alguien que tan solo reclamaba atención, cuidado y compañía.

Ahora, tras la profunda decepción y el disgusto, sabe que no podrá volver a recuperar nada de esos bienes.