La mujer acusada de asesinar a su novio mientras dormía, tras asestarle 35 puñaladas en el domicilio de sus padres, en la localidad asturiana de Lugones, en 2018, trató de encubrir la muerte como un suicidio y, tras limpiar el cadáver y los restos de sangre de la habitación, incluso acordó con su madre la versión de los hechos delante de los agentes que la detuvieron.
La Sección Tercera de la Audiencia Provincial ha celebrado este martes en Oviedo la primera sesión oficial del juicio, con la declaración de la acusada y el testimonio de cinco policías y los tres hermanos de la víctima, mientras que los padres de la procesada se han acogido a su derecho a no declarar.
La acusada afronta una petición de las acusaciones pública y particular de 25 años de prisión y 10 años de libertad vigilada, mientras que la defensa interesa la libre absolución y, de forma alternativa, ocho años de internamiento en un centro psiquiátrico.
Las acusaciones han centrado su interrogatorio en los celos como móvil de un plan preconcebido de la acusada de acabar con la vida de la víctima porque “si no era de ella, no era de nadie” y aumentar así “inhumanamente” su dolor en un ataque “sorpresivo e inesperado”.
La víctima recibió 30 puñaladas en el cuello, cuatro en la zona abdominal y una en el costado, que le provocaron la pérdida de una quinta parte de la sangre de la que tiene capacidad una persona, según las acusaciones, y no tuvo opción alguna de defensa.
La acusada aseguró que no se acordaba de nada, aunque sí era consciente de que la víspera del asesinato, perpetrado el 17 de julio de 2018, había consumido “porros, cocaína y heroína, alcohol y lo que no era alcohol”, pese a que dio negativo en las pruebas.
Ante la pregunta sobre si estaba arrepentida de haberle matado, la acusada contestó con un lacónico “sí” e incluso afirmó que le importaba su muerte, pero posteriormente incidió en que no se acordaba del crimen.
Los policías han coincidido en la actitud “tranquila” de madre e hija que esperaron a los agentes fumando en el salón-cocina e incluso uno de ellos ha resaltado que se llegaron a poner de acuerdo delante de él ante una primera discrepancia sobre los horarios en que la víctima había llegado al domicilio y se había acostado.
Pero más extraña fue la actitud del padre que, según los testigos, pese a que había un cadáver en una habitación y en la vivienda estaban un médico forense, varios agentes y los servicios médicos pidió a los agentes que le dejaran seguir durmiendo porque al día siguiente madrugaba.