Jugarse la vida para ir a la escuela
Informativos Telecinco
29/11/201811:43 h.La educación no es un capricho, es un derecho al que no todos los niños pueden acceder. Menores de distintas partes del mundo llegan a jugarse la vida todos los días por ir a la escuela. Solos, bajo la lluvia, recorriendo caminos kilométricos o bajo temperaturas inhumanas. Son menores que, afectados por apuestas nulas en infraestructuras escolares, se atreven a pasar por todo con tal de aprender.
Muchos niños se ven privados de aulas y escuelas por vivir bajo Gobiernos debilitados, en medio de conflictos armados o en condiciones climáticas insólitas. Pero, cuando no son disparos o tempestades, algunos, además, sufren agresiones.
El último suceso que ha conmocionado a todo Reino Unido ha sido el de un menor sirio que, a las puertas de colegio, es agredido por un adolescente de 16 años. Las imágenes publicadas, que ya han dado la vuelta al mundo denunciando otro caso de 'bullying', muestran al mayor de ellos inmovilizando al pequeño, que tiene un brazo escayolado. También captan a un grupo de testigos que permanece impasible.
Perú también ha sido el centro de atención este jueves con un vídeo que muestra la cruda realidad de un grupo de niños cruzando el cauce de un río desbordado por las inundaciones, el único camino para poder llegar al colegio.
A peores condiciones climáticas se enfrentaron unos estudiantes en Siberia que tuvieron que regresar a casa a su salida de la escuela a -44ºC y combatiendo un viento agresivo. Pese a que el temporal los hacía caer y golpeaba, ellos se volvían a levantar. Todos están acostumbrados a lidiar con el hielo.
Algo similar le ocurre al pequeño Wang Fuman, un niño de 8 años que recorre todos los días más de 4 kilómetros bajo la nieve para asistir a sus clases en la localidad de Zhaotong. Un día, a su llegada a clase a las ocho de la mañana, Wang apareció con el pelo blanco y heridas en las manos, según publicó 'The Paper'. Resultado de una travesía de hasta diez grados bajo cero.
Quizá para Karina Kozlova esa solo sea una anécdota. A sus 14 años, la menor se veía obligada a dejar su casa a las 7:30 horas de la mañana para poder coger el tren que le llevaba desde la aldea de Poyakonda (Rusia) hasta su escuela. Tras 42 kilómetros de viaje más otro a pie, Karina volvía a casa a las 21:00 horas de la noche. Su caso indigno hasta el punto de lograr que el servicio de trenes instaurara una parada en su olvidad aldea.
En Acacias (Colombia), seis familias sobrevuelan a 800 metros de altura el camino que los lleva cada día al colegio gracias a una tirolina improvisada a 90 kilómetros por hora. Es la única alternativa posible, ya que no disponen de transporte que los lleve. Sobrevivir a las alturas también es la rutina de un grupo de menores al sur de China, que escala una montaña solo para ir a clase.