Una octavilla en el parabrisas de un coche lleva hasta María Jesús García, jueza de vigilancia penitenciara en Lugo que se anuncia como tarotista y vidente con gran experiencia. La magistrada cobra veinte euros, no le pone límite de tiempo a su consulta. El único límite que hay, en este caso, es su profesión. Se trataría de una incompatibilidad ya que los jueces no pueden tener otra actividad económica más allá de la dedicada a la formación. Si llamamos a la consulta quien nos atiende es un hombre que se presenta como empleado de hogar de María Jesús. Asegura que el consultorio ha cerrado y que era él quien se encargaba de leer el tarot. Sin embargo, unos periodistas de "El Progreso" vieron algo distinto cuando acudieron a la cita para despejar dudas. Fue la propia magistrada quien leyó el futuro y cobró la consulta. En el pasado de la jueza hay quejas por acudir con su gato a los juicios, multas por criticar la ley de violencia contra la mujer y ahora se la investiga. Será el Consejo General del Poder Judicial quien decida su futuro profesional.