Mucho se ha escrito ya sobre priorizar los ingresos en los hospitales, sobre quiénes debían tener acceso a una UCI o no. Hay documentos, que la Comunidad de Madrid niega, que prohibían trasladar a ancianos de residencias a los hospitales. Pero poco se ha dicho sobre las condiciones en las que se ha tenido que tratar o cuidar a los mayores sanos que se quedaban en los centros. En esta entrevista lo cuenta Juani Peñafiel, que lleva muchos años dedicada al sector y que ahora es la responsable de Comisiones Obreras de las residencias de ancianos privadas y concertadas de Madrid.
"La mitad de la plantilla de las residencias estaba de baja, contagiada. Así que los que quedaban no daban abasto. Ha habido que priorizar los cuidados", dice. Es decir, que no a todos los ancianos se les podía atender como se hace habitualmente.
Pregunta. ¿A qué se refiere con priorizar los cuidados? ¿Qué no se ha podido hacer?
Juani tarda en contestar, al otro lado del teléfono solamente se la oye respirar, pero es fácil imaginarse que está en un debate interno. Finalmente contesta:
Respuesta. No te puedo contestar a eso... Bueno, no quiero contestarte a eso. Quiero que la gente lo piense, que se pregunte qué hemos dejado de hacer con los mayores. En qué dejamos de ayudarles. Porque nos faltaban manos. Las plantillas ya estaban justas antes de la crisis de la COVID, y cuando hemos empezado a contagiarnos y a estar de baja, ha empeorado. El servicio de la limpieza se ha tenido que poner a duchar mayores, los directores de las residencias también.
Ha sido horroroso. Hemos metido a los mayores en su habitación sin decirles apenas por qué, sin saber muchos qué estaba pasando. Tenían miedo.
Y los compañeros hemos sufrido mucho. Una auxiliar ha adelgazado diez kilos, pero no por coronavirus, sino del propio estrés. Estamos muy preocupados porque no creo que soportemos un rebrote. Estamos machacados.
P. ¿Crees que se podría haber evitado ese desamparo que dices que sentisteis?
R. Al menos se podría haber tenido previsto. Antes de que entrase la COVID en España se sabía poco de la enfermedad, pero sí se sabía una cosa: que a quien más afectaba era a las personas mayores. Y eso fue antes del estado de alarma. La semana del 6 de marzo a todos se les llenaba la boca diciendo con que los mayores eran los más vulnerables. Una semana después, el 11 de marzo, aún no se había tomado ninguna medida para protegerles.
La dirección de la residencia donde yo trabajo, Caser Santa Hortensia, nos dijo el 5 de marzo que éramos muy alarmistas con la COVID, porque los trabajadores les estábamos diciendo que como entrase el coronavirus en el centro íbamos a tener un problemón. Si cuando hay gastroenteritis o conjuntivitis terminan la mayoría de ancianos contagiados...
Los sindicatos ese día, 5 de marzo, dijimos a las direcciones de las residencias que creíamos que había que restringir las visitas. En la mía el día anterior a esta reunión habían entrado ciento y pico personas a visitar residentes. Y yo pensé: ciento y pico posibilidades de tener el virus dentro.
Cuando todo estalló, al principio era un caos: la ropa de positivos y no positivos se mezclaba, no se separaban los residuos; los uniformes nos lo llevábamos a casa para lavarlos. Todo lo que se ha hecho luego -separar por plantas, canales de sucio y limpio, ascensores de sucio y limpio- se tenía que haber hecho antes de la pandemia. No puede ser que se elaboraran protocolos cuando ya había cientos de muertos.
Se ha llegado a situaciones absurdas. Nos decían las direcciones de las residencias que nos quitáramos las mascarillas, que con ellas asustábamos a los pacientes. Vale, a lo mejor les asustaba, pero les estábamos protegiendo. Porque sabíamos que nosotros podíamos ser los transmisores del virus. En la residencia pública de Usera un trabajador me llegó a decir: Se nos están muriendo los residentes y somos nosotros los que les estamos contagiando. Encima nos sentíamos responsables, porque las residencias estaban cerradas, éramos los únicos que entraban y salían. Pero claro, sin protecciones suficientes éramos foco de contagio.
P. Eso también os habrá afectado, ver morir a tanta gente.
R. Es que las residencias no son hospitales, nosotros tratamos a la gente muchos años, son gente que conocemos, que se pasan 10 u 11 años con nosotros y creas un vínculo afectivo. Ves ese sufrimiento que tiene y que podría paliarle un respirador o una medicación… ver eso en una persona a las que tienes cariño pues…. Muy mal, lo pasas muy mal.
Es durísimo ver a gente a la que tienes cariño, y que es tu responsabilidad cuidar, aislada. Es durísimo entrar por la mañana a la habitación de un anciano, dejarle aislado y a la siguiente vez que entras encontrártelo fallecido.
Ha habido días que teníamos 4 cadáveres. Y de la funeraria vino un furgón que tenía capacidad, efectivamente, para 4 cadáveres… Pero ya traía dos de otro sitio. Así que solamente le cabían dos. Y dejaban a dos de los ancianos fallecidos en la residencia. Por eso cuando la ministra de defensa dijo que la UME había encontrado cadáveres en las residencias me empezaron a temblar las piernas. Porque encontrar encuentras cosas que has perdido. Y nosotros no perdíamos los cadáveres. Es que nadie se los llevaba. Encontrar no se encontraron nada, los cuerpos de los fallecidos estaban ahí, en las residencias, y nosotros lo sabíamos que estaban ahí. Hizo mucho daño, alarmó. Los dejábamos en sus camas, esperando. Hasta que vinieran a por ellos. Y a veces tardaron mucho.
P. Y en cuanto a los documentos que establecían que no se ingresara a personas mayores de residencias de ancianos en los hospitales, ¿llegasteis a ver alguno?
R. Yo no lo he visto, pero cuadra con lo que hemos vivido en las residencias.Sabíamos que queríamos derivar y les decían que no les llevaran… o les llevaban al hospital y con las mismas volvían. Eso lo hemos visto los trabajadores. Esto de que se mandase a alguien al hospital y volviese sin atender nunca antes había pasado.
P. ¿Cómo ves el futuro a medio plazo?
R. De momento soy pesimista. Ahora las residencias están planteando ERTEs porque han muerto muchos residentes y los gestores creen que sobramos. Amenazan con ERTEs cuando ahora es cuando se cumplen las ratios para dar un buen servicio a los residentes. Un servicio que, además, es más necesario que nunca, porque por ejemplo ahora los comedores tienen que ir a turnos, porque hay que mantener distancia, porque la higiene debe ser mucho más frecuente, los ancianos han perdido tono muscular por la falta de actividad y necesitan rehabilitación...
Juani podría seguir hablando horas de los mayores, de sus necesidades, de cómo se organizan para cuidarles. Y tiene miedo de que haya un rebrote general de COVID-19 y no se haga nada para mejorar la atención a los ancianos. "Que no están en hospitales", recalca, "que están en lo que es su hogar, donde deberían sentirse protegidos y cuidados".