Se llama Juan Francisco Valle Ramírez pero todos le conocen como Juanfran. Jerezano de 41 años, lleva tres días sin quitarse el traje de neopreno, salvando la vida a decenas de personas que se arriesgan a morir ahogadas en aguas de Ceuta. Su imagen dio la vuelta al mundo este martes cuando rescataba a un bebé de dos meses. Su madre se había lanzado con él desde el espigón de El Tarajal en el lado marroquí, tratando de alcanzar el lado español.
Muchas personas lo hacen de golpe, entre las piedras, nerviosos, sin saber nadar. Algunos llevan flotadores o corchos atados con cuerdas. Son momentos de mucha tensión y la intervención del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil es fundamental. Juanma llegó hace cuatro años al de la ciudad autónoma.
Ingresó en el cuerpo hace 13 años. Lleva ocho de buzo. Primero estuvo en Las Palmas y luego en La Rioja. En la Ciudad autónoma estaba acostumbrado a hacer rescates de embarcaciones que accedían a la ciudad, pero nunca se había enfrentado a una catástrofe humanitaria como esta.
-Pregunta: Hasta este miércoles no te enteraste del alcance que había tenido esa imagen en la que se te ve rescatando a un bebé en el agua. No sabes más de ese pequeño. ¿Cómo recuerdas ahora esos momentos?
-Respuesta: Nosotros estábamos dentro del agua, atentos a todos los que creíamos que podían ahogarse. De hecho hubo una persona a la que no pudimos salvar. Vimos a una mujer con una especie de flotador de juguete manteniéndose a flote. En un principio creíamos que en la espalda llevaba una mochilita, como con ropa para cambiarse hasta que le vimos la cabecita. El bebé iba metido en el agua. Fuimos corriendo hacia ellos. Mi compañero con un aro salvavidas auxilió a la madre y yo cogí al bebé. Como estaba tan mojada, tan fría y tan pálida la criaturilla, sin mirar nada más me fui aleteando todo lo rápido que podía, llevando al bebé en sujección, para que no tocara el agua dentro de lo posible hasta la playa, donde estaban los compañeros de la Cruz Roja que lo atendieron rápidamente.
-R: Veréis muchas situaciones dramáticas, ¿qué es lo que más te llama la atención?
-P: Muchas cosas nos llaman la atención pero en ese momento no tienes constancia de lo que estás haciendo, no hay tiempo. Si me preguntas a cuántos niños o ancianos habremos ayudado estos días ya no sabría decirte. Sacas a uno y vuelves corriendo a buscar a más.
El lunes había muchísimas personas decididas a cruzar, fuera como fuera, con lo que tuvieran a mano y encontraran. Teníamos que ayudar en todo lo posible porque se ahogaban. Casi ninguno sabe nadar. Hay jóvenes y adolescentes que les ves que pasan como pueden pero pocos nadadores de verdad. Tampoco podemos sacar a todos porque son demasiadas personas a la vez. Tenemos que estar atentos a los que pueden ahogarse o estén en peligro.
Mi compañero iba con un chaleco de intervención y con un aro salvavidas. Se agarraban a él, al aro como podían. Fue todo muy dramático. Lloraban, te abrazaban, te besaban.
P: ¿Qué es lo más difícil de estos rescates?
R: Lo peor no es cogerlos y sacarlos del agua. Lo difícil es cogerlos y que entiendan que vas a ayudarles, que no vas a perjudicarles en nada. Ellos se están agarrando a un trozo de corcho y creen que ese trozo de corcho es su vida. Que tú les cojas les cuesta trabajo.
Había muchas madres y padres con sus hijos encima. Criaturas de dos años que se aferran al cuello de su madre y no lo quiere soltar, es duro.
P: ¿Habéis sacado a muchos bebés y niños del mar estos días?
R: A muchísimos, tanto de día como de noche, eso es lo peor. La madrugada fue dura -porque de día lo podemos ver con un poco más de tiempo- pero por la noche tuvimos que estar todo el tiempo dentro del agua, entre ellos para ver quién necesitaba ayuda.
Los compañeros del Servicio Marítimo colocaron una embarcación y con unos focos grandes iban alumbrando la zona por donde pasaban. Desde otras embarcaciones nos iban avisando, porque cuando estás dentro del agua solo ves a los que están más cerca.
-P: ¿Cómo responden estas personas cuando las ayudas, qué te dicen?
R: No hace falta que digan nada. Ves su mirada. No pueden hablar tampoco mucho. Nosotros les dejamos en una zona segura y tenemos que volver a por más. Tampoco tenemos tiempo.
P: Llevais tres jornadas seguidas muy intensas, ¿cómo os encontráis?
R: No hemos dormido apenas nada. Mis compañeros y yo llevamos dos días sin parar, horas y horas. Además no estamos en en embarcaciones, si no constantemente en el agua. Tenemos la piel desgarrada, llena de grietas y quemaduras por todos los lados. El lunes pasé todo el día en el agua. El martes solo paramos para comer y dormir un poco.
P: En el GEAS de Ceuta sois un gran equipo, compuesto por ocho hombres. Felicidades por vuestro gran trabajo, ¿sabeis que sois unos héroes?
R: Somos como una familia. Siempre estamos cuatro activos y cuatro de relevo, para poder descansar. El lunes fue una situación excepcional. No dábamos a basto. Hubieran hecho falta otros cien más. Pero si tenemos que estar 25 horas en el agua seguidas, aquí estamos. No me siento un héroe, para nada.