El caso de Jorge Javier Vázquez ha puesto sobre la luz la hemorragia subaracnoidea aneurismática, una patología grave ocasionada por la rotura de un aneurisma cerebral (pequeña dilatación en forma de saco de las arterias del cerebro), que es una variedad del ictus que representa el 5 por ciento de los mismos pero el 25 por ciento de la mortalidad.
Este problema, según el experto, ha de tratarse con la mayor de las urgencias una vez se presenta. "El aneurisma debe ser excluido definitivamente de la circulación cerebral, bien por embolización a través de un cateterismo, bien por clipaje de su cuello mediante operación quirúrgica", explica Gilo.
"Una vez el paciente llega al hospital, se actúa sobre todas aquellas potenciales complicaciones vitales: la posibilidad de una nueva rotura, la isquemia cerebral, la hidrocefalia, que es la dilatación de unos compartimentos líquidos cerebrales, y la repercusión en el resto de órganos del cuerpo, como los pulmones o el corazón. La muerte se puede producir en las primeras horas antes de llegar al centro hospitalario, lo que ocurre en el 5% de los casos, o durante las primeras semanas, por complicaciones derivadas de la rotura inicial en los casos más graves", detalla.
En algunas ocasiones, los aneurismas cerebrales sufren pequeñas roturas que se manifiestan en el individuo en forma de súbitos e intensos dolores de cabeza. Según este neurólogo, "la realización de pruebas de imagen de la circulación cerebral, a través de resonancia magnética o TC, puede detectarlos y, de este modo, permitir que se actúe actuar sobre ellos antes de que provoquen una hemorragia cerebral más grave".
Aunque los aneurismas son congénitos y, además, aumentan con el tiempo, la mala alimentación, el tabaco, el alcohol, la hipertensión arterial o el estrés "favorecen su crecimiento e incrementan la posibilidad de rotura". De ahí que, como pone de relieve el doctor Gilo "actuar sobre los factores de riesgo resulta fundamental para controlar esta patología".
Este experto también hace especial hincapié en las altas probabilidades de recuperación tras la intervención quirúrgica. Después de esta es preciso un tiempo de reposo y observación y, en ocasiones, de rehabilitación. "Los pacientes presentan una recuperación completa en el 50 por ciento de los casos y hasta el 60 por ciento alcanzan el grado de independencia", apunta