Javier González, policía: un ángel de la guarda para escuchar y proteger a las mujeres maltratadas

  • Atiende a las víctimas y redacta sus denuncias: "Es muy difícil entrar en una comisaría y tener que contar sus intimidades, algo que nadie sabe"

  • "Yo intento conocer a esa chica y siempre meterme en su piel"

  • "Las redes sociales están haciendo mucho daño, ahora controlan mucho a dónde vas, con quién vas, por dónde te mueves"

Javier González siempre lleva su teléfono encendido. Hay llamadas que no pueden esperar. Su trabajo forma parte de su vida. Es un ángel de la guarda para algunas mujeres. Son víctimas de la violencia machista y sufren un calvario que suelen ocultar. Aguantan en silencio hasta que, sólo algunas, se atreven a denunciar a sus parejas o exparejas.

Es entonces cuando conocen a este agente del Cuerpo Nacional de Policía. Comenzó a patrullar las calles hace once años y pronto pasó a tramitar denuncias en la oficina de atención al ciudadano. Allí empezó a escuchar los relatos de la mujeres que sufrían malos tratos y les tomaba declaración. Ha desarrollado una especial sensibilidad.

Hace seis años le propusieron dedicarse por completo a la protección de esas víctimas y ahora es su especialidad. Presta servicio en la Comisaría de Arganzuela, en el centro de Madrid, dentro de las Unidades de atención a la familia y la mujer (UFAM), que ya cuentan con dos agentes en todas las sedes policiales.

Este lunes, 25 de noviembre, se celebra el Día Internacional por la eliminación de la violencia hacia la mujer. La Policía ha puesto en marcha una campaña con el fin de reducir las cifras. Unas 60 mujeres son asesinadas de media cada año en nuestro país y en lo que va de año ya se han contabilizado medio centenar, 40 de ellas jamás presentaron denuncia. Por eso animan a las víctimas a pedir auxilio y solicitan mayor colaboración ciudadana para detectar estos delitos.

Normalmente ésto se vive de puertas para adentro porque de puertas para fuera los agresores suelen parecer gente maravillosa.

Pregunta: Eres el ángel de la guarda de muchas mujeres, ¿en qué consiste tu papel?

Respuesta: Es sobretodo una labor psicológica, que sepan que estamos para escucharlas y acompañarlas en todo momento. Tengo un teléfono disponible las 24 horas del día, que se les facilita y pueden llamarme cuando lo necesiten. El contacto siempre deber ser directo para que ellas no se sientan solas y confíen en nosotros. También tenemos que redactar la denuncia, hacer un seguimiento, ejecutar las medidas de protección dictadas por los jueces, acompañarlas, asesorarlas, informarlas... que vean que hay muchos recursos a su alcance y que pueden salir adelante.

P: ¿Cómo llegan a ti las víctimas?

R: Suelen llegar de dos formas: por una intervención policial, tras un episodio de violencia en su casa o porque alguien nos avisa (testigos, vecinos, familia, personal sanitario, servicios sociales)... También porque se persona la mujer, que ya no puede más y acude buscando ayuda.

P: ¿Y por dónde empiezas, qué le preguntas?

R: Lo primero que tenemos que entender es que son momentos muy duros. A una mujer le cuesta mucho dar el primer paso. Después de todo lo que está sufriendo es muy difícil entrar en una comisaría y tener que contar todas sus intimidades, algo que nadie sabe. Normalmente ésto se vive de puertas para adentro porque de puertas para fuera los agresores suelen parecer gente maravillosa.

Yo quiero conocer a esa chica y siempre intento meterme en su piel. Ella viene para hablar pero le va a costar mucho. No puedes ser muy serio ni preguntar nada en concreto. Cuando una chica llega ahí nunca está bien psicológicamente.

Intentas hacer una cronología y empiezas por preguntar qué es lo que ha pasado, que te cuente por qué está ahí. Ese es sólo el último episodio, el desencadenante, pero yo tengo que saber todo sobre esa relación, lo que es la pareja, su familia.

Es muy importante tener empatía. Intentas hablar de otros temas y le dejas un tiempo de dos o tres horas para reflexionar. Ellas siempre van con miedo. Hay que ser campechano, como yo digo, pero también profesional, para poder entresacar toda la información.

P: ¿También redactas la denuncia para presentársela al juez?

R:, yo tengo que dejar constancia de todo lo que me dice. La denuncia depende mucho de la persona que lo escribe y de su experiencia. No sirven comentarios como "me dijo no se qué ...o me insultó" porque, aunque a veces digan que parece cruento, desagradable o morboso, hay que plasmarlo literalmente sobre el papel para que el fiscal y el juez sepan exactamente por lo que está pasando está mujer, dentro de su propia casa.

Al día siguiente suele celebrarse un juicio rápido. Los agresores son detenidos y puestos a disposición judicial. Yo acompaño a la víctima para que también testifique y se sienta protegida y colaboro con mis compañeros encargados de la investigación y policía judicial. En casos tan personales, tan sensibles, es mejor que las chicas no tengan que explicar demasiado las cosas o repetirlas demasiadas veces.

Estas mujeres intentan hacer un papel y guardar cierta apariencia de normalidad. Tienen una segunda vida de cara a la familia y a la sociedad."

P: Y, en el caso de que haya hijos ¿también son víctimas, qué ocurre con ellos?

R: Estas mujeres intentan hacer un papel y guardar cierta apariencia de normalidad. Tienen una segunda vida de cara a la familia y a la sociedad. Pero desgraciadamente los hijos también lo viven. A partir de los 9 o 10 años hay un cambio de comportamiento, los niños trasmiten estas experiencias con su actitud, no van bien en los estudios y eso acaba saliendo.

P: En estos años habrás visto muchos casos. ¿Hay algún factor común, una evolución?

R: Cada caso es distinto y todos marcan. No se puede hablar de un perfil de estas mujeres ni de sus agresores, porque afecta a todos los sectores de la población. Sí puedo decir que las redes sociales están haciendo mucho daño, ahora controlan mucho a dónde vas, con quién vas, por dónde te mueves y eso da pie a una violencia psicológica, que creo que va en aumento.

P: Estáis pidiendo colaboración ciudadana para acabar con esta lacra social, parece que la gente se va concienciando pero luego ¿se implican, se atreven a denunciar?

R: El problema es que estas mujeres no suelen contárselo a nadie, ni siquiera a sus familias o su entorno más cercano. Como mucho a alguna amiga a la que piden complicidad y tampoco saben qué hacer. A veces también los vecinos nos cuentan que oían discusiones, pero lo toman como algo habitual, sin importancia o no se quieren implicar porque piensan que van a meterse en problemas. Incluso nos dicen que el agresor es una persona agradable, que siempre saluda, sonríe o ayuda a subir las bolsas. Pero esa es nuestra labor, descubrir estos delitos y ponerles freno cuanto antes. Aunque estas mujeres no quieran denunciar, nosotros actuamos de oficio y activamos la maquinaria para que ninguna sufra ni su vida esté en peligro.