El año pasado atravesaron el Estrecho de Gibraltar 115.708 buques. Son sólo los grandes barcos porque también hay miles de pesqueros y embarcaciones de recreo que no quedan registrados. Para navegar se ayudan, la mayor parte, de los satélites meteorológicos y de los datos de posición proporcionados por sus GPS, pero no siempre fue así. Hasta mediados del siglo pasado todos esos datos se obtenían por observación directa y se apuntaban en los diarios de navegación. Hoy han sido sustituidos por la electrónica en la mayoría de los buques, pero otros navegantes los siguen utilizando.
"Varias veces al día apuntamos la dirección del viento, su fuerza, el estado del mar o la tendencia barométrica. Es decir, si la presión atmosférica va al alza o a la baja, la visibilidad, el rumbo y nuestra posición", nos explica Gontran.
Gontran y Florian son franceses. A bordo de su barco, en el puerto de Barbate (Cádiz), se preparan para salir hacia el Estrecho. Vuelven a casa. "Salimos de Tolón (en la costa mediterránea, al sur de Francia) el 18 de setiembre del año pasado. Viajamos al Caribe y ahora volvemos. Tenemos buen tiempo para cruzar, el viento es de poniente, no hay levante", sonríe Gonfrán. Su barco el Mayicha_tsara (La vida es bella, en malgache) se apresta a completar más de 14.000 kilómetros de singladura.
No, hoy no hay levante. Las predicciones a corto plazo dicen que no aparecerá por aquí hasta el 19 de julio. De su presencia o no dependen muchas cosas en el Estrecho: la navegación, pero también la pesca, el turismo o la mejor localización de un parque eólico. Así que estudiar su comportamiento a largo plazo siempre ha sido importante.
El problema es que para hacerlo se necesita el mayor número posible de registros diarios y esos datos se remontaban, hasta ahora, a la década de los años setenta del siglo pasado. Es aquí donde el investigador de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, David Gallego, y la egresada en Ciencias Ambientales, Paula Hidalgo, han logrado un importante avance: conseguir, gracias a los antiguos diarios de navegación, adelantar el estudio de esos datos del viento de levante en casi un siglo.
"Desafortunadamente, estas series sólo están disponibles desde mediados de la década de los 70 de una forma continua, por lo que las climatologías de este sistema de vientos apenas cubrían cuatro décadas. Eso dificultaba el estudio de tendencias relacionadas con el cambio climático o los ciclos de largo periodo", argumenta Gallego.
Sin embargo, debido al interés estratégico del Estrecho de Gibraltar, esta zona ha sido y es una de las regiones más transitadas del mundo y, en consecuencia, existen miles de registros de viento tomados a bordo de navíos que podrían utilizarse para caracterizar a este sistema de vientos desde mucho antes del establecimiento de las redes actuales de observación.
El resultado es un artículo, A historical climatology of the easterly winds in the Strait of Gibraltar (Un registro histórico de los vientos del Este en el Estrecho de Gibraltar) publicado en la revista científica Atmósfera que aporta, gracias a esos nuevos datos, nuevas conclusiones sobre el viento de levante
La primera es que si bien la frecuencia de los vientos de levante en el Estrecho no presenta tendencias significativas durante el último siglo y medio, ésta tiene una periodicidad de unos cuarenta años. De tal manera, que ha habido periodos con menos frecuencia de levante, como por ejemplo entre 1900 y 1940, y otros en los que la frecuencia ha sido ligeramente superior a la media, como el que comenzó a mediados de la década de los 80 y que persiste en la actualidad.
La segunda, dice Hidalgo, es que "en muchas ocasiones se asume que la variabilidad asociada a periodos de esta extensión temporal está relacionada con cambios lentos en la temperatura de la superficie del mar y los resultados obtenidos demuestran que no ha sido este el caso de los vientos de levante”.
Sin embargo, se ha comprobado que estos vientos sí que están profundamente relacionados con anomalías de temperatura y precipitación en prácticamente toda Europa. "Los periodos con levantes más frecuentes e intensos suelen coincidir con aquellos más secos en el sur de Europa y húmedos en lugares tan remotos como la costa oeste Escandinava", explica Hidalgo.
El estudio abre una puerta a nuestro pasado meteorológico que hasta ahora no había sido franqueada. Y todavía se puede ir más allá. Desde el siglo XVI, los navíos de las principales potencias marítimas registraron en su diarios de navegación todos esos datos. Un tesoro repleto de datos climáticos que dos investigadores españoles acaban de descubrir.