Si algo va bien, no lo toques. Si va mal, no sigas por el mismo camino. Tan sencillo como eso. Pero hay quien no se entera o, quien enterándose, decide doblar la apuesta. Y esa apuesta, en el caso que nos ocupa son, ni más ni menos que 1.000 kilos de cocaína. Al frente de la operación, un ciudadano británico, ex miembro de la Royal Navy, detenido en mayo como cabecilla de una red a la que se le incautaron dos alijos de 1.000 y 600 kilos de hachís.
Se ve que el narco británico, con extensos conocimientos náuticos, con una estrecha relación con el tráfico internacional de drogas, y con fuertes vínculos con otras organizaciones criminales asentadas en países europeos como Reino Unido y Ucrania, debió pensar en cómo compensar las pérdidas infligidas a su organización por las operaciones policiales. Así que, en una especie de doble o nada, apostó a doble y se quedo en nada.
El alijo con el que pretendía saldar sus pérdidas no era otro que una tonelada de cocaína que se encargaría de transportar hasta Europa un velero. Nada descabellado para un criminal que contaba con varias empresas dedicadas a la compraventa y alquiler de embarcaciones. ¿El dinero?, tampoco un problema. El ex Royal Navy lo recibía de `inversores´ a los que posteriormente debía devolvérselo.
Así que aún estando en prisión se organizo el alijo. Mil kilos. mil, a bordo de un velero, el ‘Windwhisper’, que zarpó desde el Caribe, rumbo hacia el continente europeo. Lo que no sabían es que en ese mismo momento, las fuerzas de seguridad del Estado decidían establecer el oportuno dispositivo, que ha desembocado en el abordaje del velero el pasado 13 de junio, con la consiguiente detección de la droga, la detención de sus tres tripulantes, y la tonelada de cocaína depositada sobre los muelles de Cádiz.