Valencia todavía no aparece en el horizonte de los 630 inmigrantes y el viaje podría alargarse hasta el domingo. Las rachas de viento de más de sesenta kilómetros y las olas de hasta cuatro metros complican la travesía por el Mediterráneo. La gente sufre mareos y vómitos. Están asustados por el ruido del viento y el movimiento del barco. Caminan sujetándose a las cuerdas que ellos mismos han colocado en la cubierta e intentan resguardarse del mal tiempo, aunque no todos tienen sitio y los hay que pasan los días y las noches al raso. Sacando fuerzas para resistir hasta la llegada que se hará de manera escalonada para que dé tiempo a la primera asistencia sanitaria y jurídica. La mayoría huye de los conflictos en Nigeria o Sudán. Se analizará cada caso pero nada más desembarcar todos podrán solicitar asilo.