Los maestros y los padres se quejan de lo mismo: Los niños no aprenden, no estudian, no leen, no escuchan. Crecen con Google de profesor y las imágenes de Instagram, donde se desliza el conocimiento fugaz y breve. ¿Qué le pasa a la escuela en España, a merced de las consecutivas reformas que duran lo que los Gobiernos? ¿Qué reivindican los profesores? ¿Por qué nuestros resultados en las pruebas PISA siguen por debajo de la media de la OCDE?
La hispanista sueca Inger Enkvist en 'Controversias Educativas' (Ediciones Encuentro), da un repaso a estos asuntos sobre los que tantos discutimos. En el libro, la experta explica cómo y por qué se han vaciado los programas de Humanidades que cada vez tienen menos peso en la educación. "Se ha quitado lo que no tiene rendimiento económico inmediato. En las pocas horas de Historia, los alumnos incluso pueden elegir qué épocas históricas van a aprender, porque no hay tiempo para estudiarlas todas. En Lengua y Literatura , en vez de leer libros clásicos, se estudian las características de diferentes géneros de texto. El enfoque ya no es que se estudien las experiencias y opiniones de personas mayores de las culturas estudiadas, sino que el alumnos exprese las suyas", critica.
"Solamente hay que ver los libros de texto de hace unos años y los de ahora, que tienen mucho menos contenido, o los mismos contenidos abordados con menos profundidad. Los libros de ahora ya vienen resumidos, esquematizados, con subrayados y sombreados, con diferentes tipologías de letra. Hace 30 años, el sombreado, el subrayado y el esquema nos lo hacíamos los mismos alumnos discriminando, seleccionando y categorizando la importancia de cada contenido. Mientras te hacías los esquemas y los resúmenes, ibas aprendiendo, retenías información, memorizabas y comprendías. Ahora eso te viene dado, y muchos llegan a Secundaria sin saber resumir o esquematizar. Por otro lado, antes teníamos más horas para algunas materias esenciales".
Así lo explican un grupo de profesoras del Departamento de Lengua Castellana y Literatura en el IES Villa de Vallecas, de Madrid con décadas de experiencia en la enseñanza que hablan de la simplificación de los contenidos de los libros de texto y su manera de presentarlos, para "adaptarlos" al nivel de algunos alumnos que "cada vez consumen más móvil, más ordenador, más red social y menos cultura."
Es una evidencia que subraya Enkvist que "los manuales de Historia son menos gruesos y los textos más crotos y están escritos en un lenguaje más simple". (...) "Los alumnos de hoy saben mucho de cantantes, deportistas y series de televisión. Los que defienden la escuela actual dicen que quizá saber por dónde pasa el Guadalquivir no sea lo más importante y que los alumnos sobrevivirán sin ello, pero cuando la ignorancia de datos de este tipo se junta con otras cuestiones que los jóvenes también ignoran, muchos lo vemos como un síntoma de algo más serio."
La hispanista, que ha dedicado la mayor parte de su vida a investigar sobre cómo enseñar mejor, cree que la Educación está politizada en España y otros países occidentales, que los profesores no deben acomodarse a los alumnos y que el nacimiento de gobiernos populistas ha sido favorecido por "una escuela desinteresada en corregir a los estudiantes para no afectar la autoestima de estos".
Lo dice claramente Enkvist que opina sobre la educación en España y en Europa, y en el que se lamenta que nuestros modelos educativos pierdan "fuelle frente al un modelo asiático que forma estudiantes más disciplinados y conscientes del esfuerzo, porque es más exigente que el modelo occidental, donde se tiende a ver el exceso de orden como algo desagradable".
"Hay que preguntarse es si queremos una sociedad más ordenada , aunque suponga un poco más de exigencia sobre los niños, u otra sociedad aparentemente más libre, pero con riesgos mayores de otro tipo. Yo personalmente creo que es mejor el modelo asiático", asegura la estudiosa sueca, porque en general , conlleva menos peligros graves y gracias a él se derivan menos conductas delictivas. Tendemos a ver el exceso de orden como un problema desagradable, pero "nos negamos a reconocer como un problema el exceso de desorden", defiende.
Los niños finlandeses aprenden más, leen y comprender mejor desde hace décadas. Lo confirman los informes PISA que ubican a Finlandia como uno de los países europeos con mejores resultados académicos. Un país en el que no existen centros privados de enseñanza, ni concertados: solo hay escuela pública para todos. No hay intervención parental, no se realizan exámenes estándar y los profesores se forman constantemente. Todo lo contrario del panorama educativo español.
La escuela española falla, porque tiene menos recursos, porque no es completamente gratuita, porque el profesor ha perdido el respaldo social agobiado entre exigencias y un alumnado desinteresado. En el Informe PISA permanece estancado, mientras los políticos de turno hacen reformas educativas, que duran lo que sus gobiernos.
Para P. Javier Murillo Torrecilla, Director de la Cátedra UNESCO en Educación para la Justicia Social de la Universidad Autónoma de Madrid, los resultados que obtienen los alumnos de las escuelas españolas no son malos, sino que son "acordes con el nivel socioeconómico de su población y la inversión que se dedica a la educación."
"Ni más ni menos. Dos reflexiones sobre Finlandia: en primer lugar, el gasto público en educación es del 7% aproximadamente del PIB, mientras que España dedica en torno al 4,3%. Eso implica un gasto en educación por persona de 993 euros en España y de 2.737 euros en Finlandia. Pero, además, el apoyo de la administración y de la sociedad a la educación que se da en Finlandia es admirable, explica Murillo. "No lo olvidemos, el 99% de las escuelas finlandesas son públicas y la educación es gratuita de verdad (incluye libros de texto, material escolar, comidas, etc.), la ratio profesor alumno es muy baja y hay un fuerte apoyo a los estudiantes que lo necesitan. Además de una admirable formación inicial y permanente del profesorado. Finlandia, qué sorpresa, es uno de los países del mundo con menos segregación escolar."
Finlandia no es España. Ni la escuela se organiza igual, ni tiene las mismas condiciones. Murillo subraya que aquí existen "escuelas para ricos y escuelas para pobres que está generando un sistema educativo inequitativo que repercutirá, y está repercutiendo, no solo en una falta de igualdad de oportunidades, sino en la conformación de una sociedad cada vez más inequitativa."
Agustín Moreno García, un veterano profesor, que ha estado en las aulas más de 20 años enseñando en institutos de pueblos de la periferia de Madrid y en barrios populares, coincide en esta idea y explica que "no es igual educar de veinte en veinte que con treinta y tantos alumnos en clase. "
A eso habría que agregar que "un profesorado bien tratado y reconocido funciona con más motivación que si está sometido a recortes que endurecen sus condiciones de trabajo, a congelaciones de salario, y a campañas sistemáticas por determinadas administraciones para justificar las agresiones a la escuela pública. Y desde el punto de vista pedagógico es un error la segregación escolar: funciona mejor la educación en grupos heterogéneos que con grupos homogéneos. Y los resultados globales son mejores", subraya este educador que habla desde su experiencia.
España ha vivido siete leyes educativas desde 1970 sin grandes satisfacciones. La marea de acrónimos da la idea del panorama vivido: La LGE, la LOECE(1980), la LODE (1985), la LOGSE (1990), la LOPEG, (1995), la LOCE (2002), la LOE (2006), la LOMCE (2013) y la próxima que está por llegar. Parece imposible llegar al ansiado pacto de Estado entre los diferentes partidos políticos sobre una asunto que interesa a todos. Para Enkvist, la politización de la educación en España es un asunto pendiente de solución.
"La educación ha sido secuestrada por los políticos, que la usan en favor de los intereses de sus partidos. No es algo que ocurra solo en España", aclara, sino también "en otros países occidentales, donde cada formación política que llega al poder piensa que tiene derecho a utilizar la escuela para sus propios fines y como moneda de cambio para resolver otras cuestiones que considera más urgentes.
Desde el IES madrileño, Villa de Vallecas, el grupo de profesoras que suman años enseñando a diferentes generaciones, consideran que "los Gobiernos deberían legislar desde la experiencia del aula, desde el contacto directo con el alumnado, desde el despacho de una jefa de estudios que se desvive por poner orden y a la vez motivar al alumnado, desde el trabajo de campo, en un patio de instituto, desde la escucha empática al profesor que está cada día en un centro de trabajo. Se hace necesario un pacto por la educación, que nuestros partidos políticos dejen de instrumentalizarla, que haya voluntad por parte de los que nos representan. Se centran en cambiar materias como la religión, valores éticos o educación para la ciudadanía, pero no hay cambios reales en los aspectos importantes, y son incapaces de llegar a acuerdos."
Otro debate es si la escuela debe ser gestionada mirando a la empresa. "La escuela pública no puede adoptar modelos de liderazgo y de gestión que tienen más que ver con las empresas que con la enseñanza". Lo advierte el psicólogo italiano Massimo Recalcati, director del Instituto de Investigación en Psicoanálisis Aplicado, en La Hora de Lección, porque corremos el riesgo de que "hoy atraídos por las ilusiones científicas que han arrastrado la escuela y la formación a los intereses empresariales desnaturalizando la verdadera vocación formativa".
Recalcati cree más urgente ir al rescate de los maestros, porque "solo el testimonio de los profesores puede apagar o encender el deseo de saber de los alumnos", en una escuela que "no puede ser un engranaje solo aparentemente formativo plegado a las instancias productivas".
Guadalupe Jover, profesora y autora del Blog El Diario de la Educación, coincide en que no se puede "educar para el mercado", ni estos pueden ser "la brújula" de la escuela. "No son los planteamientos neoliberales -educar para el mercado- los que deben constituir nuestra brújula. Necesitamos, bien al contrario, unos currículos que pongan a los aprendices en el centro y el bien común en el horizonte."
Las asignaturas de Humanidades van desapareciendo de los programas educativos, porque "todo se mide en términos económicos y las Humanidades no parecen ser rentables", se lamenta la hispanista sueca, que aboga por más Literatura o Arte en nuestras escuelas.
"Las Humanidades nos ayudan a tener una perspectiva sobre quiénes somos y a fijarnos una meta. A través de la Historia, la Literatura y el Arte aprendemos que somos seres históricos, que nuestra manera de vivir es algo que se ha desarrollado durante siglos antes de cuajar en la forma actual. La democracia y el estado basado en la ley no son algo fortuito, sino herencias que hay que cuidar para poder dejarlas a nuestros hijos. Si no se cuidan, corren el riesgo de desaparecer."
Sobre los profesores, Inger Enkvist responde a la periodista Olga R. Sanmartín, que "el listón está demasiado bajo" para acceder a la carrera de magisterio, que se paga mal a los docentes, a la par de la cantidad de tiempo que invierten en actividades ajenas a la enseñanza, todo en medio del debate sobre el papel del profesor y su autoridad en el proceso de enseñanza.
"Elevar el listón de los aspirantes, al mismo tiempo que se mejora el salario y las condiciones de trabajo. Esto es esencial. No hay que obligar a los profesores a quedarse en reuniones inútiles o a rellenar informes para documentar lo que están haciendo. Se deben aligerar sus tareas burocráticas y las exigencias horarias que no tiene que ver con la docencia, así como protegerlos de los padres inoportunos. En Reno Unido, cuenta, tiene la figura del 'welfare officer, (funcionario de bienestar) que recoge las quejas y sugerencias de las familias y las transmite al profesor".
Guadalupe Jover, Jover, profesora de educación secundaria y portavoz de la Plataforma Ciudadan@s por la Educación Pública cree que las críticas sobre la calidad de la enseñanza se centran siempre en los profesores sin considerar la impotencia de estar solos ante la falta de financiación, las clases saturadas, las familias sin casa y todos los problemas sociales que terminan en la escuela.
"Lo que está ocurriendo es que nos han dejado solos. Todos los problemas del afuera -de las migraciones económicas a la exclusión social, de los hogares rotos a la pobreza infantil- los tenemos encarnados en criaturas que a menudo solo cuentan con nuestros ojos y nuestros oídos para salir adelante. Nos sentimos impotentes. Necesitamos, ante todo, recursos dentro y fuera de la escuela para paliar el sufrimiento infantil, para poder salir al paso también de las dificultades académicas cuanto antes", subraya.
La profesora con varios premios de la enseñanza cree que la prioridad debe ser "acabar con la masificación de las aulas, la sobrecarga lectiva, la organización de nuestra jornada laboral. Después vendrá la mejora en la formación inicial y continua, la revisión de los procedimientos de selección. Llegados a ese punto, ya estaremos en condiciones de evaluar -esto es, de diagnosticar- qué está funcionando y que no. Pretender hacerlo en orden inverso es eximir a las administraciones de su dejación y su abandono."
La aparición con fuerza de gobiernos populistas en Europa y una escuela sin exigencias parecen ir de la mano. La catedrática sueca de español en la Universidad de Lund señala a "las nuevas tendencias educativas que han favorecido a "una nueva ignorancia y también un desinterés por estudiar los temas más a fondo. Se dice que no se debe corregir a los alumnos, porque podría influir negativamente en su autoestima. No se obliga al alumno a someterse a exámenes. A los alumnos se les invita a dar sus opiniones más que a estudiar lo que dicen otros. ¿Por qué sorprenderse entonces si conservan esta actitud de adultos".
Agustín Moreno García ha estado 21 años enseñando Geografía e Historia, en la ESO y en Bachillerato no cree que el auge de los populismo tenga una explicación en la nueva pedagogías, que la estudiosa sueca "critica en exceso", "que dan un mayor protagonismo del alumnado en su propio aprendizaje, así como la cooperación entre ellos, que a mí me parece positiva y eficaz." Este experimentado profesor, recién jubilado, "no quiere achacar más responsabilidades de la cuenta a la escuela".
"¿La escuela qué tiene que ver? Desde luego la aparición de los populismos no depende de que el sistema sea más “permisivo” o participativo por supuestas nuevas pedagogías. No hay que olvidar que sistemas tradicionales eran los que existían cuando surgieron los peores populismos en los años veinte y treinta del siglo pasado. La escuela, seguro que tiene muchas responsabilidades, pero no se la puede achacar más de la cuenta. Quizá la principal responsabilidad de la escuela sea la de no ser capaz de ayudar a la formación de una ciudadanía crítica y alfabetizada políticamente, que la ayude a pensar por sí misma al margen de demagogias de todo tipo.