La policía investiga el homicidio en Madrid del veterano tapicero "que siempre estaba contento"
Fernando López presentaba varios golpes en la cabeza y cortes en la espalda
No se llevaron nada ni la tienda estaba revuelta; la Policía no descarta ninguna hipótesis
Estaba casado, era padre de dos hijos y tenía un nieto de tres años
Fernándo López Fernández había cumplido 62 años. Estaba casado y era padre de dos hijos. Tenía un nietecito de unos tres años que le llenaba de alegría. Empezaba a pensar en jubilarse.
Llevaba casi dos décadas trabajando en Tapifer, una tapicería y tienda de decoración ubicada en el número 122 del Paseo de Extremadura, en Madrid, donde ayer le encontraron muerto. Le habían golpeado con un objeto contundente en la cabeza y presentaba varios cortes en la espalda.
MÁS
Fernando residía en Móstoles. Cada mañana cogía su Peugeot 405 y conducía media hora hasta la tienda que regentaba, aunque el local estaba alquilado. "Siempre aparcaba en una calle a la vuelta de la esquina, se reservaba su sitio, igual que hago yo". Lo dice Marisa, que trabaja a escasos metros del escenario del crimen.
"Levantaba la persiana a las diez de la mañana. Después tenía por costumbre barrer la puerta, todos los días. Era un hombre callado pero simpático y muy educado". A Concha se le saltan las lágrimas mientras nos lo cuenta. "Le conocíamos de toda la vida, pobre hombre, era muy trabajador y muy bueno. Siempre estaba contento. Yo hoy no he podido dormir."
Frente a las lunas de Tapifer hoy los vecinos se paran y arremolinan. Todos leen el cartel que han dejado los agentes de Homicidios. No se explican qué pudo ocurrir. "En una calle tan grande, con tantísimo trasiego, donde nos conocemos casi todos y que pasa por aquí muchísimo la policía", dice Angelines, que vive en un portal unos metros más arriba.
Un misterioso crimen
Eran las once de la mañana de este lunes, 4 de noviembre, después del puente de Todos los Santos, cuando dos clientas entraron en la tapicería y encontraron al hombre en el suelo, con signos de violencia. Llamaron a la Policía pero los sanitarios del SAMUR sólo pudieron certificar su muerte. Sus restos continúan este martes en el Instituto Anatómico Forense, donde le van a practicar la autopsia.
El autor o autores de este crimen no se llevaron nada ni revolvieron la tienda, en la que hoy los retales, cojines, juegos de toallas y sábanas que vendía continúan perfectamente colocados. Según un portavoz de la Policía no se descarta ninguna hipótesis. Agentes de científica inspeccionaron el local durante horas buscando algún indicio aunque, aparentemente, el hombre no tenía enemigos ni deudas pendientes.
"A mí me ha puesto las cortinas de toda la casa. Hace poco hice reformas y la semana pasada estuve dentro, con mi hija Beatriz, que quería poner unos estores". Mientras Concha dice esto otras vecinas que llevan décadas en el barrio interrumpen: "a mí también me puso las cortinas", "a mi los visillos de la cocina", "tenía unas cosas monísimas y bien de precio". Coinciden al señalar que "era muy amable cuando atendía y siempre muy puntual. Si decía que iba un día a tal hora allí le tenías sin falta".
Josefina pasa por esta calle cada día. "Ayer cuando bajaba vi el panorama, mucho movimiento. Estaba todo cortado y muchos policías. Yo le pregunté a uno si había pasado algo grave. Me dijo que ya me enteraría pero que sí, que era grave. Desde entonces no he podido quitármelo de mi cabeza".
Angelines nos dice que estos días había más trasiego de gente "porque tenía ofertas y sí vendía sus cosillas. ¡Pero ya ves tú, unos cojines o un marco para fotografías...poca cosa, lo justo para ganarse sus lentejas!". Describen a Fernando como un hombre bajito y delgado. María también era clienta habitual. "El hombre despachaba ahí metido, en una esquinita, que no se ve desde aquí fuera -cuenta-. Cortaba los retales para tapizar, aunque creo que después lo llevaba a una nave o un telar y luego tenía un chico que colocaba las cortinas".
Concha nos cuenta que por la parte trasera de la tienda hay una puerta que da a un patio. "Normalmente debe abrirse con llave pero ahora están haciendo obras y puede acceder cualquiera. No creo que entraran por ahí, porque este comercio siempre tenía la puerta abierta de par en par, pero no sabemos".
Comerciantes de la zona
Tapifer está a un lado del Paseo de Extremadura, una avenida con seis carriles. Justo enfrente está Hermanos Contreras, otra tapicería y tienda de muebles. Su dueña, Mari Carmen vive en el barrio y veía a Fernando cada día. "De lunes a viernes siempre. Al abrir, al cerrar, coincidíamos en el bar en el desayuno. Creo que ha sido un robo, él ha intentado resistirse y se les ha ido de las manos. O a lo mejor no tenía nada para dar. ¿Qué tenemos?, ¡mira mi cajón, creo que hoy sólo tengo 20 euros!".
Su negocio forma parte de la Asociación de Comerciantes y Servicios de Paseo Extremadura y Aledaños de Latina (ASOCOMEREX), que aglutina a un centenar de empresarios de la zona. Tapifer también estaba adscrito Tiene pegado el cartel en sus cristaleras, con colores naranjas y amarillos. La noticia ha corrido como la pólvora en sus redes sociales. Intentan mantener la calma y no crear alarma. "Pero es imposible", reconocen. "Cada día repetimos el cuidado por los robos. Pero ya no sabes qué es más peligroso, si dejar la puerta abierta o cerrarla, ¿y a quién abres, de quién te fías? Sólo podemos dar las gracias de que este viaje no nos haya tocado". Ya han solicitado todas las imágenes captadas por las cámaras de videovigilancia en la zona.
Antes de que llegase Fernando el local era una tienda de ropa vaquera y de marca. Les robaron varias veces empotrando coches contra sus lunas, por eso colocaron bolardos metálicos en los escaparates. "Quería jubilarse el año que viene y disfrutar un poco la vida", asegura Concha, que hoy recuerda con tristeza cómo hace unos días Fernando les enseñaba en su teléfono móvil las fotografías de su nieto, el pequeño de la familia.