Todo comenzó con el estiércol. El incendio declarado el pasado miércoles 26 de junio en Tarragona ha calcinado ya más de 6.500 hectáreas y ha obligado a desalojar a más de 50 personas. Sin embargo, antes de que la pesadilla alcanzara tal magnitud, una granja de gallinas situada en el municipio de La Torre de l’Espanyol se convirtió en el centro de todas las miradas.
Este fue el lugar en el que se originaron las llamas. Según señala el inspector Jefe de los Agentes Rurales, Josep Antoni Mur, los primeros indicios apuntan a que la acumulación de estiércol de una explotación avícula entró en fermentación. El aumento de las temperaturas y el viento hicieron brotar la llama que ahora ha terminado en desastre.
Un lugar de los hechos que ya ha sido analizado por los investigadores. Desde la consejería confirman que los Agentes Rurales “levantarán un acta administrativa para una posible gestión deficiente de las deyecciones ganaderas que se dirigirán al departament d’Agricultura para que se determine si efectivamente hubo mala gestión”. Desde el organismo, eso sí, aseguran que la explotación es legal pero que se pudo acumular estiércol en una zona no adecuada para ello.
Por su parte, el dueño de la explotación ha asegurado que le avisaron de que alguna máquina se estaba quemando y que, cuando se acercó, se dio cuenta de que era el estiércol. El hombre, que es consciente de que este llevaba demasiados días acumulado en el lugar, afirma que fue totalmente involuntario. Además, cree que si no fuera por las actuales condiciones, con fuerte viento y calor, no se habrían propagado las llamas.