Madrugada del viernes al sábado. Un todoterreno vuela sobre la A-48, la autovía que une Cádiz con Vejer de la Frontera. El coche, un Audi Q7, viene de Sanlúcar de Barrameda, donde poco antes se ha producido un alijo de hachís. Tras él, Policía Nacional y Guardia Civil se las ven y se las desean, para seguir a un vehículo que recorre la autovía a más de doscientos kilómetros por hora.
Otras dotaciones de Guardia Civil montan un control en la autovía para obligar a los fugitivos a tomar la salida de Conil de la Frontera, donde les espera más Guardia Civil y policía local. El Audi toma la salida.
"En cuestión de veinte segundos escuchamos un ruido, un crujido, llegaba el coche", narra un agente policial presente en la operación. "Se saltó nuestra posición a lo bestia, se estrelló contra la rotonda, destrozó la llanta y siguió huyendo con una rueda rota, intentando sacarnos de la carretera en la persecución hasta que a unos dos kilómetros el conductor abandona el coche. El copiloto intenta hacerse con los mandos. Para evitarlo, le embestimos con el coche patrulla".
Con los dos narcos detenidos se revisa el vehículo. Hay más de seiscientos kilos de hachís, pero la operación, contra lo que se piensan, no ha terminado. Mientras están allí aparece un segundo vehículo de narcotraficantes que acompañaba al Q7. En él tres individuos más. Lo que sigue son imágenes que rara vez se ven, de la lucha contra el narcotráfico.
Tres agentes de policía local saltan de su coche hacia el de los narcos pistola en mano. Corren intentando no darles tiempo de reacción, gritando que salgan del vehículo y se arrojen al suelo. Lo consiguen. Uno a uno los sacan del coche y los esposan. Cinco narcotraficantes y 600 kilos de droga menos en la calle. Amanece. Es ya sábado y leemos la noticia. Esta vez también hemos podido verla.