El antes y el después de los hospitales tras dos años de pandemia, en imágenes

  • Los hospitales más afectados por la primera ola de covid de Madrid comparan la transformación que tuvieron que sufrir con su arquitectura actual

  • La mayoría tuvieron que transformarse en hospitales covid en apenas dos días

  • Hay cambios en las estructuras que han venido para quedarse

Dicen los que lo vivieron que es como si vendes tu piso y vuelves años después, cuando los nuevos dueños lo han redecorado, pintado de otros colores... Pero en un solo día. Sabes que es tu casa pero a la vez no lo es. Así se sintieron los trabajadores de los hospitales de Madrid en la primera ola de covid, en esos primeros días del estado de alarma del que se cumplen dos años. En poco tiempo, a veces en tan solo 24 horas, los hospitales se transformaron totalmente: donde había un quirófano se ponían varias camas de UCI, en la biblioteca otra, en los gimnasios camas para los cuidados intermedios, o incluso sillones para los enfermos que necesitaban oxígeno pero para los que no había camas. Y ahora han retomado su uso originario.

Dos años después los hospitales han vuelto casi a la normalidad, al menos arquitectónicamente. Los profesionales recuerdan para NIUS esos días en los que los urólogos montaban mesas, los odontólogos se encargaban de llamar a las familias de los ingresados , los técnicos de mantenimiento creaban de la nada tuberías para suministrar oxígeno a todo el hospital, o los celadores cambiaban camas y sillones de sitio a cada momento.

En este artículo, como se suele decir, no están todos los que son, pero sí los centros que más sufrieron en los primeros días del estado de alarma, con Torrejón de Ardoz, Alcalá de Henares, Leganés y Madrid capital como epicentro del tsunami covid de marzo de 2020.

Camas en un pabellón anejo en Alcalá

Los hospitales buscaban en la primera ola espacios donde poder atender a más enfermos, y el Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares lo encontró en un pabellón a un kilómetro de distancia. Con la colaboración de Médicos Sin Fronteras el centro sanitario pudo derivar pacientes allí a finales de marzo. El de Alcalá fue uno de los primeros hospitales en llenarse de enfermos de covid, ya que los primeros focos de trnsmisión comunitaria se dieron en la ciudad vecina, Torrejón de Ardoz.

La gente llegaba en tromba a Urgencias en marzo de 2020, y por eso el personal de información tuvo que ponerse trajes protectores, ya que estaban muy expuestos al virus. Dos años después sólo les queda ya la mascarilla. Rosa María Cortés recuerda aquellos días como muy intensos, momentos en los que se sentían "el nexo entre la familia y el paciente, porque era tal la carga de trabajo que era imposible que todo el mundo pudiese atender a las familias. Y venían a nosotros muy asustadas y tristes. Nos decían: Por favor, dile que le quiero. Fue muy duro". Ahora sigue emocionándose al recordarlo, y ahora quiere pedir a la gente "que no se confíen, que sigue viniendo gente malita a urgencias, que el virus sigue ahí".

En el Príncipe de Asturias se habilitó el gimnasio, en 2022 lleno de pacientes que sufrieron covid y ahora tienen secuelas, para ampliar la capacidad del centro.

12 de Octubre: oxígeno para todo el hospital y planta covid en gimnasio

Una de las necesidades más acuciantes en marzo de 2020, además del espacio, era el oxígeno. Con bombonas individuales no llegaba para la gran cantidad de pacientes que había, y algunos además necesitaban un flujo constante. Así que en el servicio de Ingeniería y Mantenimiento del hospital 12 de Octubre se dedicaron a llevar oxígeno, como fuera, a sitios donde no había antes ni canalizaciones.

Juan Bautista Godoy, jefe de este servicio, aún siente una mezcla de emociones cuando ve las cicatrices de esos trabajos: "La transformación del hospital fue tan rápida que únicamente cuando bajó el ritmo de

adecuaciones nos pudimos dar cuenta de todo el trabajo que habíamos realizado y cuánto de cambiado estaba el hospital. Aún quedan huellas en las instalaciones de todos aquellos cambios que nos provocan, por un lado, tristeza por los sentimientos que nos traen aquellos recuerdos y por otro lado, orgullo personal y colectivo de haber podido, mediante nuestra profesión, dar una respuesta eficaz, rápida, e incluso a veces ingeniosa, a una situación que nos ponía límite".

Tan al límite que muy pronto el gimnasio donde los pacientes hacen rehabilitación tuvo que transformarse en una planta covid con sillones. Este fue uno de los lugares donde en menos de dos días se consiguió que llegara el oxígeno y los gases medicinales. "El personal del servicio de rehabilitación se repartió por todo el hospital para ayudar donde hiciera falta, y las infraestructuras se transformaron en una zona de hospitalización", recuerda Juan Ignacio Castillo, jefe de Medicina Física y Rehabilitación del hospital 12 de Octubre de Madrid.

Nuria Tejada, supervisora de enfermería del hospital de día, que durante la pandemia fue la jefa de enfermería del gimnasio, dice que este espacio "era muy favorable por su amplitud, sus techos altos... Era una zona intermedia entre Urgencias y el traslado de esos pacientes a Ifema. Llegamos a tener hasta 70 personas allí... Y tuvimos hasta que inventarnos un transporte para ellos porque las Urgencias del hospital, a donde ellos llegaban, estaban lejos del gimnasio, así que habilitamos minibuses lanzadera". Todo eso, que dice que parece que se te ocurre rápidamente, eran ideas que iban teniendo sobre la marcha, para solventar el volumen asistencial tan brutal y repentino que tenían. "De pronto había que dar de comer y no había mesillas. Las pedí y llegaron 50 pero sin montar. Pues estaban por allí los urólogos y se tiraron al suelo para montar las mesas", recuerda Tejada.

"De pronto había que dar de comer y no había mesillas. Pues estaban por allí los urólogos y se tiraron al suelo para montar mesas", recuerda Nuria Tejada, supervisora de enfermería en el hospital 12 de Octubre

Apaños, como dice Elías Hernández, supervisor del servicio de rehabilitación, que se arremangó para crear EPIs. Todo el personal del hospital necesitaba equipos de protección, y aunque dicen que allí no tenían problemas de suministro, hicieron "una especie de cadena de montaje. El equipo de rehabilitación se organizó en mesas para hacer trajes con diferentes niveles de protección. Y cada EPI se metía en un sobre hermético, que se sellaba con la bata, el mono, las gafas y las mascarillas dentro. Así 24 horas en tres turnos: mañana, tarde y noche".

Es Elías el que describe la "desolación, veíamos cómo traían cobre para hacer toda la instalación, nos poníamos los fisios a quitar todo el material... Sentíamos dolor, pero a la vez orgullo de estar colaborando, estar ayudando en una situación muy mala", y el que dice que volver al gimnasio, su lugar de trabajo, tras la pandemia, ha sido "muy emocionante porque en la primera ola desmantelaron nuestra casa. Y recuperar su uso normal y volver a trabajar con nuestros pacientes era lo que más deseábamos".

La Paz: la expansión de las Urgencias

En La Paz el gimnasio también se habilitó como zona covid, igual que todo el hospital. Los hospitales que salen en este reportaje se convirtieron en casi 100% covid. De hecho, tuvieron que ampliar espacios más allá de sus muros, como con carpas. Enfrente de Urgencias de La Paz había una, que se usó como sala de espera de pacientes covid "porque es que no teníamos ni siquiera espacio para que esperaran los pacientes a ser atendidos", rememora dos años después Alejandro Martín Quirós, médico de Urgencias.

"La sensación era que íbamos siempre por detrás del virus. Abríamos un espacio y nada más habilitarlo ya se quedaba pequeña. Poníamos 20 camas y al terminar de hacerlas necesitábamos 40... Y así nos fuimos expandiendo en Urgencias hasta la carpa y hasta el gimnasio", recuerda.

Sí, también se habilitó el gimnasio en La Paz como sala covid. En él, y para llegar hasta él, las zonas limpias y sucias -es decir, libres de covid o contaminadas porque habían pasado pacientes contagiados- se delimitaban simplemente con cinta aislante, americana o celo con folios en el suelo. Eso sí, todo salió adelante lo mejor que pudieron "con todos poniendo su grano de arena, todos trabajando para transformarlo todo. Funcionábamos todos como una sola mente pensante, y lo hicimos en días. Es impresionante".

"Poníamos 20 camas y al terminar de hacerlas necesitábamos 40... Se llenaba todo", rememora Alejandro Martín, médico de Urgencias en La Paz

Juan José Ríos Blanco, director médico, suspira al recordar esos días. "Fue tremendo, la verdad... Fue una experiencia muy dramática. Nos reuníamos varias veces al día para ir solucionando los problemas de espacio, de material. Formamos un comité covid, una mezcla de directivos y personal asistencial. Nos juntábamos por la mañana con información de las necesidades de cada planta, y luego nos reuníamos de nuevo solamente el equipo directivo y solucionábamos las necesidades. Entonces volvíamos a hablar con los responsables de las plantas y empezábamos a implementar los cambios que podíamos".

Pero Ríos Blanco reconoce que fue complicado cubrir todas las necesidades, aunque hicieron todo lo que estuvo en su mano: "Llegamos un día a transformar cuatro plantas enteras del hospital de La Paz en zonas covid. Fueron días muy intensos. De las mil doscientas camas aproximadamente que tiene este hospital llegamos a tener 800 ocupadas por enfermos covid, que tenían que ser atendidos por profesionales con protecciones, circuitos limpios y sucios....".

Torrejón, el que primero tuvo que adaptarse

El pionero, desgraciadamente, en todas estas adaptaciones, fue el hospital de Torrejón de Ardoz, donde se detectó el primer caso de pacientes graves, en UCI, con covid. Diana Corps es médico internista de ese centro, fue ella la que pidió PCR para uno de sus ingresados, que no terminaba de mejorar. Y cuenta cómo una semana antes del estado de alarma allí ya tuvieron que reorganizar todo el hospital: "El 6 de marzo, que era viernes, la dirección médica no se fue del hospital, y fue un fin de semana de estar mañana, tarde y noche reorganizando todo. Es que se cambió hasta la estructura funcional del centro, porque las unidades de hospitalización se convirtieron en unidades covid de la noche a la mañana. Ese fin de semana profesionales de otras especialidades se pusieron a tratar covid: ginecólogos, cirujanos, neurólogos, traumatólogos. Se tuvieron que venir a ayudar porque no dábamos abasto".

Una de las primeras cosas que tuvieron que hacer fue reconvertir la sala de reanimación en una UCI. Antes de la pandemia, y ahora que ya está terminando, las salas de reanimación sirven para que los pacientes que han sido anestesiados para una intervención sean vigilados mientras se les pasa el efecto. Es un lugar donde los ingresados suelen pasar pocas horas, diáfano, donde desde un solo control de enfermería es fácil ver a todos los pacientes y saber qué necesita cada uno. Por eso cuando las camas de cuidados intensivos empezaron a escasear, Torrejón decidió habilitar como UCI este espacio.

Fuenlabrada: "Éramos como un ejército"

"Esta mañana he tenido una reunión y nos acordábamos de esos días, y comparábamos cómo ha cambiado todo", empieza la entrevista con NIUS Sonia Gonzalo, jefa del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Fuenlabrada. "Llegamos a tener 50 pacientes en UCI cuando teníamos 12 camas antes de la pandemia", rememora.

En su hospital también se habilitó una carpa en el exterior, a la que accedían desde el edificio principal por una especie de pasillo provisional, como si entraran en una nave espacial. Gonzalo recuerda esos días como en una nebulosa extraña, en la que las calles "estaban vacías, no veías nadie en la carretera y sin embargo entrabas al hospital y estaba más lleno que nunca, con más actividad que nunca".

Eso sí, era un trabajo -"ininterrumpido durante un mes y medio", dice la internista- en silencio, porque poca gente hablaba en esos días de tanto miedo: "Se murió mucha gente que no tenía que haberse muerto. No porque no hubiera medios sino porque era una enfermedad muy agresiva que no sabíamos ni cómo tratar".

A su lado Justo Ruiz, director médico del hospital de Fuenlabrada, rememora cómo se usaban todos los espacios diáfanos para meter a más pacientes. "Recuerdo pensar que éramos como un ejército. Sin saberlo, nos habíamos distribuido en cuadrillas perfectamente engranadas, donde el trabajo de unos facilitaba el del siquiente equipo", reflexiona Ruiz. Hoy, aunque queda covid, el hospital funciona normalmente, y están preocupados por todos esos pacientes que no han podido atender durante la pandemia. A ellos se deben ahora.

La biblioteca que dejó de existir en el Gregorio Marañón

Sonia García es subgerente del hospital Gregorio Marañón y tiene grabadas en la memoria las imágenes de los pacientes, en silencio, siendo trasladados a Ifema por la Unidad Militar de Emergencias. Porque hay cosas que no se borran, o que no se deshacen. Como la biblioteca que tenía el hospital antes de la pandemia. Se tuvo que transformar en una UCI, al principio provisional, pero después se ha decidido que esas camas de cuidados intensivos pasen a ser fijas en el centro, prescindiendo de la biblioteca.

"Cuando habilitábamos zonas nuevas para covid buscábamos que cumplieran varios criterios: que fuera fácil transportar el oxígeno, o posibilidad de tener equipamiento móvil fácil de trasladar. Además buscábamos zonas amplias, para que se pudiera incorporar a muchos pacientes en una zona con visibilidad completa, no en espacios individuales", recita casi de memoria García. Porque era importante, en un momento con tantísimo trabajo, que la supervisión de los pacientes no estuviera entorpecida por barreras arquitectónicas.

Leganés y sus ancianos

Una de las tragedias de la primera ola fue la expansión voraz de la covid en las residencias de ancianos, entre pacientes que muchas veces no eran candidatos a ingresar en una UCI por sus patologías previas, o con una salud tan mermada que la enfermedad les arrasaba en horas.

Bien lo saben en Leganés, donde vieron morir a muchos ancianos pero donde también tuvieron que hacer frente a un volumen desmedido de pacientes de todas las edades. De nuevo el área de rehabilitación del Severo Ochoa tuvo que sacrificarse para dejar hueco a los contagiados de la pandemia. En este caso esa zona se convirtió en planta de hospitalización, con camas separadas por cortinas.

El recurso de Rehabilitación que estuvo habilitado como Planta 0 COVID estuvo abierto del 19 de marzo al 13 de abril con 18 camas. Atendió a más de 100 pacientes en apenas un mes. Aquí trabajaron 15 profesionales de enfermería y auxiliares de enfermería a diario y 2 médicos. Afortunadamente no ha vuelto a ser necesario, como no han vuelto a usarse para covid la mayoría de los espacios que tuvieron que transformarse y que aparecen en este resultado. Todos los entrevistados contestan lo mismo, que "ojalá", cuando se les pregunta que si desean no volver a tener que transformar sus hospitales.