"Hay un secta que nos persigue y mi hijo está poseído por el diablo". Es una de las múltiples sentencias que la madre de los niños asesinados en Valencia de forma brutal (los primeros indicios indican que fueron asesinados a golpes) cuando fue encontrada por la Guardia Civil en un estado de shock. Las fuerzas de seguridad confirmaron a Informativos Telecinco que estaba semidesnuda, semiescondida y con un shock importante. Los miembros de seguridad constataron que la mujer no podía hilvanar un discurso coherente, estaba como ida. Y eso hizo sonar todas las alarmas.
En el transcurso de las horas se fue comprobando que los padres eran seguidores del ocultismo. Al menos los investigadores tuvieron que escuchar frases como que los niños tenían que reencarnarse. Todo parece un sinsentido. El interrogatorio es sorprendente. "María quería que los niños se reencarnaran para ser más felices", confesaba el padre, que expresaba su intención de irse a Bélgica de nuevo porque ya no tenía nada que hacer en España. La policía en esos momentos no descarta nada porque el estado de los padres indica que podrían haber consumido drogas.
"Están todos muertos, no tienen nada que hacer", confesaba el padre antes de que los niños fueran encontrados. Pero los niños no aparecían. Al final la madre se derrumbó y señaló el lugar donde estaban enterrados.
La teoría de que los padres de los pequeños de cinco meses y tres años eran seguidores de alguna secta y consumían setas alucinógenas va ganando enteros. “Me voy con el Creador". Fue la despedida de María a su madre, en la nota que le envió a primera hora de la mañana de ayer y que puso a la abuela de los pequeños en alerta, según informe el diario Levante. Tanto María, de 27 años, como su pareja, Gabriel, de 32, se decían seguidores de los Illuminati, la sociedad secreta nacida a finales del siglo XVIII en Baviera (Alemania) como oposición a los abusos de poder, que en los últimos años ha ganado adeptos y seguidores entre determinados movimientos pseudoculturales. Ambos padres estaban muy orgullosos de ser antisistema. Un cartel premonitorio en la chabola okupa donde vivían en condiciones lamentables provoca ahora escalofríos: vais a morir todos.