Alicia inicia su imparable día a día a las siete de la mañana. Viste a su hija, enferma, y pone el desayuno para toda la familia. Tras dejar a sus dos hijas en el colegio comienza las tareas domésticas a un ritmo frenético: limpiar, lavar, recoger la ropa… De camino al trabajo hace la compra. Se traslada a Valencia en metro y llega apurada a su trabajo de tres horas en una clínica. Consigue con el tiempo muy pegado recoger a las niñas. De vuelta a casa sigue trabajando con el ordenador, ayudando a la gente con un programa de prevención de salud y pérdida de peso. Un dinero extra muy necesario para llegar a unos escasos 600 euros al mes. Queda la cena y acostar a las hijas. Y así finaliza otra agotadora jornada sin tiempo para parar.