"¿Quedamos a cenar? Pero pronto, que cierran a las 11". Es una conversación recurrente al pasear por el barrio de Arganzuela, al sur de Atocha, apenas unas horas antes de la entrada en vigor de las nuevas medidas para bares y restaurantes en Madrid y otras nueve ciudades madrileñas. Se reduce a la mitad el aforo en interiores y se elimina el servicio en barra, se limitan las mesas en exteriores a un 60%, no se admiten clientes nuevos a partir de las 10 de la noche y una hora después se cierran los locales.
Esto supone un nuevo golpe para la hostelería, que no se ha recuperado en verano de los meses del confinamiento. "La facturación ha bajado un 50%", cuenta a NIUS Alejandro, encargado de la taberna Montanera Selecta. "La clientela se mantiene, pero consume menos… y nuestros gastos son los mismos", añade. La asociación Hostelería Madrid estima que, en los diez municipios afectados, el sector perderá una facturación de 1.131 millones de euros en el último trimestre, lo que supone el 7% de los ingresos anuales.
El local de Alejandro se sitúa en la calle de Ferrocarril, en la que se suceden varios restaurantes y tascas castizas, de barrio. En el Museo de las Patatas, popular por sus raciones, María nos cuenta que la nueva hora de cierre "es un palo" para el turno de cenas. "En España tenemos la costumbre de alargar la sobremesa. Tendremos que adaptarnos al horario alemán", vaticina.
Precisamente, los locales de afluencia más nocturna, como el pub Morrighan’s, en el Paseo de Santa María de la Cabeza, están preocupados con las restricciones. "Ya se notó cuando bajaron el cierre de la 1:30 a las 00:00", explica Wilson, uno de los camareros, mientras sirve una pinta.
Ante la situación, algunos locales se reinventan, aunque la falta de ingresos "lo complica". Subiendo por Santa María de la Cabeza, llegamos a un pedacito de Cuba. En Havana Blues Rafael ha decidido ampliar la carta: a los cócteles se han sumado los zumos y los smoothies. Otros compañeros también han buscado alternativas: desde abrir antes en La Púa hasta ofrecer comida a domicilio en Montanera Selecta, pasando por renunciar al domingo "de conciliación familiar" en Bebop.
Por ahora, en Havana han podido mantener la plantilla, de la que "viven cinco familias". Varios de los hosteleros consultados, en cambio, han tenido que recurrir a un ERTE o han despedido a parte de los trabajadores. Es el caso de Montanera, que ha pasado "de siete personas contratadas a tres". Además, a ellos el COVID les tocó de forma personal, ya que uno de los empleados falleció por el virus.
Tras esos duros meses, para muchos locales la terraza ha sido la salvación durante la reapertura. Algunos que antes no la tenían, como el Monte Estoril, han recurrido a plataformas de madera temporales, habilitadas por el Ayuntamiento.
Pero la llegada del frío y la lluvia complica la situación. "Parecemos agricultores; dependemos del tiempo", apunta Tivo, uno de los dos socios del bar La Púa, en la calle Embajadores. Un pequeño local que, en el que con un 60% de terraza, apenas pueden poner dos o tres mesas. En Morrighan’s quieren resguardar las mesas exteriores, pero el papeleo es “lento”.
Algunos establecimientos como la cafetería Black Poplar, inaugurada hace menos de un año, ni siquiera reabrieron con la 'nueva normalidad'. Aunque, continuando por la calle, encontramos una anomalía. Un bar con apenas un mes de vida, el Bepop. "Siempre que abres un negocio las cosas van mal; si abres en plena crisis, peor", comenta, aunque entre risas, su dueño, Luis.
La mayoría de los dueños señalan que, aunque no prevén cerrar, si la situación se alarga habrá que recurrir a los ERTE y los despidos. "Estamos intentando sobrevivir", valoran. Varios también apuntan a que la restricción de 6 personas por mesa puede tener "mucho impacto" de cara a las comidas y cenas de Navidad.
De barra en barra, la palabra que más se repite es "incertidumbre". Especialmente esta semana, con el tira y afloja entre el Gobierno central y el de la Comunidad sobre las nuevas medidas. En este debate, algunos como Rafael de Havana Blues se sienten como "la oveja negra de la pandemia", por la dureza de las restricciones al sector. "¿Es que el virus se propaga más a partir de las 11 de la noche y solo en los bares?", se pregunta.