El hospital de Wuhan, zona cero del coronavirus, se adapta a vivir una interminable cuarentena permanente, de 14 días en 14 días, con un flujo de ciudadanos continuo. Dentro del hospital la organización es casi militar. Las camas de los pacientes infectados por el virus están muy próximas entre sí, tienen a los lados unas cortinillas para separar cada una de ellas de forma individual. Cada paciente, al lado de la cama tiene una caja, numerada con el mismo número de la cama que ocupan durante la cuarentena, en la que pueden encontrar productos de higiene personal como papel higiénico, cepillo de dientes o toallas.
Los infectados se encuentran separados en las zonas de aislamiento por sexo. En una parte del hospital hacen cuarentena las mujeres y en la otra, los hombres. Evitan así, el contacto entre ellos durante los 14 días que deben permanecer en el hospital.
Disponen de máquinas dispensadoras de agua tanto fría como caliente. Además, hay microondas en las salas comunes por si quieren calentarse algo de comida fuera del horario de comidas que determina el centro.
Una librería para que puedan disfrutar también del ocio y que el aislamiento sea menos duro. Una televisión de plasma emite de forma continuada las distintas indicaciones que deben seguir durante la estancia para que no olviden cómo tienen que actuar dentro como fuera del hospital si consiguen superar la cuarentena. Al final hasta se atreven a hacer la señal de victoria, que en la mayoría de los casos, suelen lograr.