Después de tranquilizarse, Dickerson telefoneó a la empresa para contarles que había recibido ni más ni menos que 48 brazaletes de diamantes valorados en 2.000 euros. Mientras recibía la respuesta al otro lado del teléfono, pudo comprobar el estado de nervios en el que se encontraba el vendedor, tal y como informa el portal web RT.
Una vez devueltos los brazaletes restantes, la joyería recompensó a su héroe regalándole un par de aretes de diamantes.