8M: empresarias, científicas, mujeres con discapacidad, mayores o refugiadas visibilizan su historia
Mujeres de distintos colectivos cuentan su historia
Edad, discapacidad y origen influyen en la desigualdad
Para luchar contra la desigualdad, ocho mujeres de distintos colectivos – empresarias, científicas, con discapacidad, mayores o refugiadas – optan por contar su propia historia. Entrevistadas por Europa Press en el marco del Día Internacional de la Mujer ponen voz a diferentes situaciones de desigualdad.
Edad
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Edad y mujer no combinan bien como constata la historia de Ángela Gotsinou. Tiene 58 años y vive con su madre de 84 años en Madrid, a quien cuida. Su lugar de procedencia es Atenas (Grecia), donde residen sus hijos. Hace cinco años tuvo que tomar la difícil decisión de trasladarse a su país con su madre o quedarse en Madrid y optó por lo segundo, pues aquí la situación económica era algo más favorable y pensó que sus oportunidades de empleo serían mayores.
Desde entonces, ha desempeñado algunos trabajos en el sector Servicios Generales. Su último contrato, el más largo de los que ha firmado en los últimos cinco años, finalizó en noviembre. Trabajaba como recepcionista en un centro de idiomas, realizando la acogida y ofreciendo información a los usuarios.
"La edad muchas veces representa un problema para conseguir trabajo y debería ser al contrario. Las personas mayores de 55 años somos una generación preparada, con un gran bagaje, tenemos experiencia y podemos enseñar y complementarnos con los más jóvenes. Sin embargo, todavía hay mucho prejuicio, quizás piensan que no vamos a rendir igual o tal vez es una cuestión de pura discriminación: a veces te descartan solo porque tu apariencia no es tan joven", relata a Europa Press.
Discapacidad
Mujer y discapacidad también implican "una clara desventaja" como relata a Europa Press la secretaria general de Fundación ONCE, Teresa Palahí. "Yo he tenido la suerte de que en España existe una organización como ONCE que me ha permitido la posibilidad de desarrollarme personal y laboralmente" explica Palahí, que defiende la presencia de mujeres con discapacidad en puestos de responsablidad. "La mujer es capaz de adaptarse", relata, aunque también subraya la apuesta que ha hecho por ella la fundación.
"Fue entrar en la ONCE y me salió la oportunidad de trabajar dentro de la casa y a partir de ahí empezó mi etapa. En estos 30 años la evolución ha sido muy positiva y estoy satisfecha del camino recorrido", prosigue Palahí, que tiene una discapacidad visual desde los 9 años. En cualquier caso reconoce que "queda camino para recorrer", al tiempo que anima a las empresas a contratar a personas con discapacidad.
Paridad
Precisamente, desde el ámbito empresarial, la directora de Fundación SERES, Ana Sainz, afirma que "si bien es cierto en los últimos años España ha avanzado mucho en materia de brecha de género, aún queda camino por recorrer" y hace alusión al Informe Gender Gap del Foro Económico Mundial, que sitúa a España en el #Top10 del Índice de Brecha de Género (posición 8).
"A pesar de la mejora en todos los aspectos de la participación económica, España todavía tiene que salvar grandes diferencias en los salarios (44,2%), y la presencia de mujeres en puestos directivos. Sólo el 32% de los altos cargos (tanto en el sector público como en el privado) y sólo el 22% de los miembros de los consejos de administración de las empresas españolas son mujeres", lamenta.
Además, denuncia que "la participación laboral de las mujeres también sigue siendo inferior a la de los hombres (68,8% frente a 78,9%), lo que demuestra que todavía existen fuertes barreras culturales y de prácticas empresariales que impiden conceder a las mujeres las mismas oportunidades que a los hombres". "Trabajar por la igualdad de género permitiría incrementar el PIB europeo en 3,5 puntos porcentuales, según estimaciones del Instituto Europeo por la Igualdad de Género", argumenta.
En el caso del Tercer Sector, el promedio de mujeres en Patronatos y Juntas Directivas se sitúa en el 44%, lo que supone 905 mujeres en puestos de primer nivel y un aumento de dos puntos con respecto a los datos de 2018 (42%). Además, el 50% de las entidades están dirigidas por una mujer.
En este sentido, la directora de Fundación Lealtad, Ana Benavides, señala a Europa Press que el balance es muy positivo, pero aún queda camino por recorrer: "La representación de la mujer en los principales puestos de responsabilidad de las ONG Acreditadas no llega a ser proporcional a su participación, ya que según datos de la Plataforma de ONG Acción Social, 7 de cada 10 personas que trabaja en el Tercer Sector son mujeres".
La paridad también centra el discurso de Flora de Pablo, profesora de Investigación del Centro de Investigaciones Biológicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Madrid, que aboga por luchar para "conseguir que entren más mujeres a la carrera científica y que se pierdan menos: es una necesidad para el avance de nuestra sociedad". "Parafraseando a la filósofa feminista Amelia Valcárcel, las mujeres tenemos la obligación de seguir luchando por ocupar cuantitativamente la mitad de todos los campos", apostilla.
Iglesia
La lucha por la igualdad también ha llegado a la Iglesia ya que el pasado 1 de marzo mujeres de diferentes congregaciones y asociaciones religiosas se concentraron ante distintas catedrales de España para pedir una "reforma" en la Iglesia para poner fin a la discriminación que sufren las mujeres en ella. "Por ser mujeres no se nos puede excluir de la toma de decisiones", defiende Pepa Torres, teóloga, educadora social e integrante del movimiento que se ha concentrado en varias ciudades de España.
Este movimiento no se ha producido solo a nivel nacional -en España está coordinado por la Revuelta de Mujeres en la Iglesia, una red de mujeres y organizaciones femeninas cristianas comprometidas en la Iglesia y en la sociedad civil, fundamentalmente en ámbitos sociales y pastorales- sino en todo el mundo, como explica Torres, promovidas desde Voice of Faith durante este mes de marzo, en países como Irlanda, Reino Unido, Nigeria, India, Alemania o Suiza.
Entre las reivindicaciones de esta red se encuentra la de exigir que las mujeres tengan "voz y voto" en las estructuras de decisión de la Iglesia. "Los movimientos de liberación de las mujeres son un signo de los tiempos y es necesario incorporar a la teología algunas de estas categorías, eso junto con el reconocimiento de la diversidad de las familias, el reconocimiento de distintas orientaciones sexuales y el reconocimiento de una Iglesia que denuncie el neoliberalismo porque las principales víctimas somos las mujeres y las niñas", indica Torres en declaraciones a Europa Press.
Mujeres indígenas
Por otro lado, rostros conocidos, como el de la cantante María Rozalén, intentan dar visibilidad a la situación de las mujeres y las niñas a raíz de su colaboración con la ONG Entreculturas en el programa 'La luz de las niñas' tras visitar el país africano Chad, "uno de los países más difíciles para ser niña" debido a la violencia que sufren, especialmente cuando son forzadas a sufrir la mutilación genital femenina. "No es una tradición, es violencia", denuncia.
"Se piensan que el cumplimiento de las tradiciones va ligado al respeto que se tiene a la cultura y no es así. Las tradiciones tienen que evolucionar", lamenta la cantante, que ha regresado esta semana de Chad y que ya colaboró con Entreculturas en 2019 cuando viajó hasta Guatemala para promover un mejor futuro para las niñas de este país.
Las mujeres indígenas también reivindican el papel que tienen en sus comunidades a través de la voz de Anitalia Pijachi, lideresa del pueblo indígena Okaina (Colombia). "En los principios originarios las mujeres ocupamos un lugar fundamental en la vida del pueblo. Ni la mujer es menos, ni el hombre es más. Hay trabajos que compartimos juntos, hay trabajos individuales, pero todos para un fin común que es la construcción de esa familia, de ese hogar", asegura.